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VIDEO| Coyotepec, donde habitan los guerreros del barro negro en Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Giovanna Martínez

“El barro negro me ha dado lo que ningún trabajo me hubiera dado jamás”, asegura Sergio Ortiz Ramírez, alfarero oaxaqueño y un guerrero que luchó contra la leucemia y a quien el “oro negro” de Oaxaca, transformado a través de sus manos artísticas, le ha dado aliento de vida.


Originario de San Bartolo Coyotepec, Sergio comenta que a pesar de tener una profesión, sus raíces hicieron que se dedicara a una de las artesanías más famosas de Oaxaca.






Indica que sus padres elaboraban estas piezas, pero que en aquel tiempo no había demanda, mucho menos ventas; por lo que su familia decidió mandarlo a estudiar. En su edad adulta, se desempeñó en un puesto dentro del Instituto Mexicano del Café, el cual le quitaba mucho tiempo y descuidaba lo más importante que tenía: su familia.


"¡Si uno trabaja, come; si no, no!"



Al día, esta familia elabora de 20 a 30 piezas de barro. FOTO: Giovanna Martínez

En la actualidad, el 85 por ciento de la población de San Bartolo se dedica al barro negro, por lo que hay mucha competencia; a pesar de esto, el trabajo de Sergio Ortiz cobró  fama y le ha permitido viajar para exponer sus piezas y conocer muchos lugares en el mundo.


Asegura que anteriormente, la mayor parte de la población se dedicaba a la agricultura y sólo cinco familias trabajaban el barro; “poco a poco el campo dejó de ser productivo y el barro ha ido en auge; por eso, la mayoría trabaja el barro ahora”.


Don Sergio cuenta que fue diagnosticado con leucemia y los doctores le aseguraban que no sobreviviría, pero a pesar de eso salió adelante; tiene dos hijos profesionistas, uno estudió Derecho y el otro Gastronomía; los estudios pudo pagarlos gracias al barro negro.


Minas con oro negro


Existe una mina a tres kilómetros al sureste de San Bartolo Coyotepec, la cual es administrada por la autoridad de Bienes Comunales, en donde los pobladores pueden acudir a extraer barro, siempre y cuando hayan cumplido con los requisitos.


“El barro es libre y se puede ir por un poco o una tonelada, cuando se cumpla con los servicios, cooperaciones, nombramientos, ya que existe un comité municipal que se encarga de la administración y cuidado de la mina para evitar saqueos o confrontación”,  explica el artesano.


Asegura que la mina está constantemente custodiada por cinco personas y cada uno de los artesanos hacen guardia.


Dejar volar la imaginación



Más de mil piezas de barro negro componen su tienda. FOTO: Giovanna Martínez

Don Sergio asegura que el barro de antes era utilitario, es decir, los cántaros que se elaboraban, eran para el agua, el mezcal u otras bebidas; dice que a raíz del auge de uso de materiales de  metal y plástico, que eran más resistentes, estos objetos fueron desplazados.


Detalla que a raíz de que doña Rosa- alfarera reconocida en la comunidad- descubre cómo darle brillo al barro, los objetos se transformaron en decorativos, pues gustaban más las piezas con luminosidad.



Para darle brillo a la pieza, se pule con una piedra de cuarzo. FOTO: Giovanna Martínez

Ahora, dice, los collares, anillos o pulseras hechos con barro, están cobrando fama, logran aumentar las ventas y tener al cliente interesado en el producto. Una pieza de barro negro puede costar de los 10 pesos y hasta los 8 mil y los artesanos crean 20 piezas por día.


De la arcilla al arte



Con sus manos, el alfarero crea las piezas. FOTO: Giovanna Martínez

Después de extraer la arcilla de la mina, se lleva al taller de la señora Mariana, esposa de don Sergio y se mete a una revolvedora para hacerlo pasta. Existe otro proceso en el que los artesanos usan sus pies para amasar el barro y cuando tiene la suavidad necesaria y se puede manejar fácilmente, los artesanos entonces pueden dar rienda suelta a su imaginación y crear desde ollas o apastles hasta figuras de animales de distintas formas y formatos desde los más pequeños, hasta los más grandes.


Luego viene el proceso de secado y de pulir la pieza, lo que se realiza con una pieza de cuarzo; se pule y el brillo comienza a surgir. La siguiente parte de la elaboración es meter la pieza al horno donde cobra su hermoso color negro, después de seis a ocho horas de cocción.


Jarrones, floreros, piezas lisas o caladas, decoradas multicolor, mates o con brillo, son un atractivo turístico de Oaxaca.

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