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Sones, chilenas y la Canción Mixteca

Foto(s): Cortesía
Citlalli López Velázquez

Oaxaca.- Más de once mil almas vibraron al ritmo de Guelaguetza. Se vistieron de olanes y encajes. Acompasaron la algarabía al vuelo del paliacate y la añoranza tejida en palma. Se bebieron su cultura en la piña y el maguey, mientras que entre la solemnidad de las bodas se sahumaron con copal e incienso.


El cerro del fortín lució en todo su esplendor con sus hombres y mujeres de barro que lo mismo zapatean a rajatabla que danzan espontáneos.


En una fiesta donde la cabellera de las mujeres vuela libre entre sones y chilenas, o duerme envuelta entre listones de seda.


El sol cayendo frente a la antigua Huaxyacac dibujó un escenario pletórico. La diosa Centeótl dio por iniciada la fiesta racial en la tierra donde Dios Nunca Muere. Los chirimiteros sumaron las primeras notas en la apertura del convite envuelto en el brillo de las faldas de las Chinas Oaxaqueñas.


Y así en el preámbulo de la edición vespertina de la Guelaguetza, el retumbar del Jarabe del Valle se apoderó de la otrora rotonda de las azucenas.


Loma Bonita mantuvo el ánimo encendido y con su zapateado relató la cosecha de la piña. Absortos en la sincronía del baile, el público viajó hasta la región de la cuenta del Papaloapam con el Son de Sotavento.


En ese momento la ola humana recorrió de derecha a izquierda el auditorio envueltos en un grito de jubilo y fiesta.


El paso doble con espuela anunció la llegada de los Rubios de Santiago Juxtlahuaca. Sus andanzas hechas sones quedaron marcadas en el escenario.


De su lado San Antonino Castillo Velasco, con el Dote y el Tercer Día de Fandango inundaron el ambiente con copal.


En un pasito balanceado, Huautla de Jiménez dibujó una estampa multicolor llevado al pecho un pavorreal y vistosos listones.


Casi al caer la noche, Teotitlán del valle dejó en el escenario fuerza y agilidad con sus guerreros danzantes encabezados por Moctezuma.


De Ocotlán de Morelos, la llevada del guajolote, ofrenda y ceremonia en la antesala a la boda.


Más adelante el Palomo Miahuateco representó el cortejo y la fertilidad de las mujeres.


El momento esperado llegó con las bellas mujeres de San Juan Bautista Tuxtepec representando la Flor de Piña, característico desde 1958, que representa la alegría de las mujer por la buena cosecha de piña.


Ondeando en lo alto el sombrero de palma, el espacio se llenó de nostalgia. Las notas de José López Alavés sonaron al unísono como un arrullo: "qué lejos estoy del pueblo dónde he nacido". Al contraste, el jarabe mixteco arrancó los aplausos y la algarabía de la fiesta.


San Miguel Sola de Vega y su fiesta solteca llenaron de ritmo jocoso, dejando a San Blas Atempa hacer lo propio de una celebración solemne en honor a Santiago Apóstol.


San Juan Cacahuatepec con sus sones y chilenas puso sabor a la fiesta, mientras que Pinotepa Nacional y su zapateado imprimió euforia.


El telón cayó con la presentación de la Chinas oaxaqueñas luciendo enfloradas canastas sobre la cabeza.

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