Pasar al contenido principal
x

Rosario Castellanos: cartas y adioses

libro
Foto(s): Cortesía
Redacción

Última de tres partes / Mónica Ortiz Sampablo

Aunque Rosario Castellanos es considerada precursora del feminismo, ella no se asumía como feminista, e incluso llegaba a considerarlo como una postura privilegiada en un mundo lleno de desigualdades para las mujeres. Por un lado, algunas estaban logrando conquistar espacios que desde siempre ocupaban los hombres, pero la mayoría continuaban sumidas en la marginación, la pobreza y la desigualdad; asumiendo estas condiciones como totalmente normales. Rosario se hermanaba en los hechos con aquellas que vivían relaciones tormentosas.

Sus misivas, además de ser de gran belleza, se caracterizan por su expresividad, la ironía manejada de forma excelsa incluso llegando a confundir, la contraposición de ideas en torno al ser amado, la manera en que implora el amor de Ricardo, cómo se jacta de sus infidelidades y la forma en que filtra el dolor combinado con una sátira que logra perturbar.

Su matrimonio resultó un tormento. Luego de dolorosos abortos y la muerte prematura de su hija, llegó Gabriel, quien se convirtió en el motivo de su escritura, al tiempo que la relación con Ricardo se desmoronaba. Finalmente, el divorcio llegó en 1971, aunque antes hubo numerosas cartas:

“Espero, sin sobresaltos de ninguna clase, tu resolución al respecto. Si optas por el divorcio, es una opción que acepto, respeto y acato la opción contraria. Mi papel es absolutamente pasivo porque no es mi problema. Colócate un momento en mi lugar, desde mi punto de vista y dime si objetivamente un cambio de estado civil podría alterarme. ¿Me sería siquiera perceptible? ¿El acta de un juez me dejaría más sola de lo que estoy? ¿Más a la merced de mis propios medios? ¿Menos querida? ¿Menos respetada? ¿Menos protegida? ¿Más despreciada y ridiculizada públicamente? Creo de la manera más honrada, que no. Es más, ni siquiera modificaría las relaciones personales nuestras. Por Gabriel continuaríamos viéndonos con frecuencia y con cordialidad porque no hay ningún motivo para que las visitas no fueran cordiales. Coquetearíamos, porque somos así, y ocasionalmente acabaríamos por ponerle cuernos a tu mujer de la misma manera que me has puesto cuernos con otras mujeres”.

(Cuernavaca, 20 de noviembre de 1967)

Esta y otras cartas fueron reunidas en el libro "Cartas a Ricardo" editado en 1994 por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

[email protected]

Noticias ¡Cerca de ti!

Conoce los servicios publicitarios que impulsarán tu marca a otro nivel.