Por Antía Alfonso
Una joven se muda a la calle Pest en Nueva York, específicamente al número cuarenta. Ese es el inicio de una breve historia que aparentemente versa sobre la curiosidad, pero en realidad esconde una verdad más profunda. La casa de enfrente, que inmediatamente llama la atención de la protagonista, contrasta visiblemente con la idea que tiene de su nueva ciudad, usualmente asociada con la modernidad, el movimiento constante y el rechazo a lo obsoleto. Aquel inmueble oscuro, callado e imperturbable, crea una atmósfera que sumerge a todo aquel que se acerca, en una burbuja que escapa a todo lo que se cree y se conoce.
Leonora Carrington (1917-2011) fue una artista inglesa nacionalizada mexicana, que se dedicó durante toda su vida al surrealismo y lo plasmó no solamente en la pintura, área en la que se especializó la mayor parte de su vida. “Los conejos blancos”, incluido en el libro "El séptimo caballo y otros cuentos" (1988) es el relato de una mujer que cuenta en retrospectiva lo que vivió durante su estancia en el famoso sitio estadounidense. En él, se refleja el surrealismo por el que la autora abogó durante toda su trayectoria. Leerlo es internarse en uno de sus cuadros, los cuales combinan la figura femenina con lo onírico, un mundo de sueños que pueden ser no solamente hermosos, sino perturbadores y, algunas veces, escalofriantes.
El personaje principal, al igual que los lectores, llega a un lugar que se aleja de todo lo conocido hasta entonces. Sus vecinos son ciertamente escalofriantes, pues se encargan de recolectar carne en mal estado para ofrecérsela a los cuervos que la visitan, aunque en realidad está destinada a la alimentación de sus conejos blancos. Pronto, ella descubre que fue una mala idea acercarse, pues es cierto que les teme a los roedores carnívoros, pero también a la descomposición que la acecha y es más aterrador que unos dientes diminutos: la de convertirse en parte de una élite que la condenaría a un encierro emocional de por vida, del que las criaturas aparentemente inofensivas tratarían de aprovecharse sin dudarlo.
