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Lecturas para la vida: La otra conquista

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Por Gregorio Melgar Valdés

Tomamos nuestro mapa de la ciudad que amablemente nos ofreció la bella y joven concierge, y después de dos o tres orientaciones de cómo regresar al hotel, ¡Partimos llenos de entusiasmo! a “conquistar” la ¡“Villa y Corte de Madrid”! Según orientaciones, lo primero, ¡visitar “La Puerta del Sol”! Vamooos, y con ese nombre era una obligación ir a conocer tal y tamaña puerta.

Primero: ubicar la estación de la Red de Ferrocarril Metropolitano y Suburbano -léase el Metro-. Al llegar a la taquilla, los lindos ojos verdes de mi graciosa pareja se ampliaron como platos soperos, cuando leyó en el cartel el precio del boleto: ¡dos euros por viaje! Con una mueca como si saliera de compras del mercado de Mixcoac, me dijo: “¡Ya viste, dos euros por viaje!” y contra su voluntad se dispuso a adquirir cuatro boletos -dos de ida y dos de retorno-. Mientras tanto, yo pensaba en mi “suave patria”; “qué lindo México, tan comprensivo, tan solo cinco pesitos por viaje, seguro que mis gobernantes sí saben hacer las cosas a precios bajos, además… “¡es que somos muy pobres!”

Ya dentro, en los andenes nadie te empuja para entrar a los vagones.  ¡Cómo extrañé a los animosos personajes kafkianos de mi metro que me facilitan la vida con cientos de productos “milagro”, “nuevos y de novedad”! Todo iba bien hasta que cerraron las puertas del moderno y limpio vagón. No más de diez segundos después, cuando la máquina iniciaba su marcha, algo nos hizo mirarnos repentinamente mi cónyuge y yo. ¡Algún muerto viajaba en el metro! Cambiamos de lugar. A nuestro pesar, el significativo aroma invadía el ambiente, era un penetrante olor a puberto correteado o efluvios de las glándulas sudoríficas, producidos desde tres o cuatro días antes y que se extendía por todo el espacio. Recordé por un momento, “Pino Suárez”.

Nos apeamos de la moderna nave en la estación “Puerta del Sol”; no había equivocación. Y yo, más animoso que cuando mis paisanos futboleros van a un partido de la selección seguros de su gran triunfo, preparé mi compleja Nikon dispuesto a disparar; ¡tomar primero, la enorme Puerta del Sol para llevarla como trofeo a mis hijos y familiares! Subí presuroso las escaleras como niño en “Día de Reyes”, dejando atrás a mi consorte.

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