Hay despertares que traen consigo tragedia, luz que esconde oscuridad, belleza que trae muerte, ojos bellos que esconden tristeza. Pareciera que la noche preparaba la nostalgia.
Ayer decidí escribir de la artista que últimamente me acompaña cuando realizo algunas actividades, Cesária Évora. Conocí su música en mi época de analista en formación; un día, Román me entregó un CD y me dijo: “escuche esto”.
Su música y su voz me enamoraron; ayer me sentí avergonzado al anoticiarme de lo que envuelve su historia; además, que erróneamente creí era brasileña. Lo que guarda es nostalgia y melancolía, la llamaron "La diva descalza", pues en sus presentaciones lo hacía de esta manera. Leí que lo hacía como solidaridad a su gente de Cabo Verde; por la letra de una de sus canciones, pienso que también era una protesta.
En una estrofa de “Tudo Tem se Limite” dice: La pobreza siempre ha sido una cosa irreal para ustedes, de manera que ¿qué derecho tienen para juzgar la situación en nuestro país?
En el siglo 15, los portugueses colonizaron Cabo Verde; durante ese tiempo, fue una de las colonias menos rentable para la corona, fue con el auge del esclavismo, que en 1510 se convirtió en la segunda colonia más rentable.
Cesária Évora nació en la extrema pobreza el 27 de agosto de 1941 en la ciudad portuaria de Mindelo. Entre ese año y 1948, la hambruna y la indiferencia del gobierno de Portugal provocaron la muerte de la tercera parte de la población; cabe mencionar, que fue hasta el año de 1975 que Cabo Verde alcanzó su independencia.
En ese entonces, la cantante vivió lo que llamó sus años más oscuros, además de su lucha con el alcoholismo.
"Mis canciones tratan de cosas perdidas y nostalgia, amor, política, inmigración, y realidad”, mencionó la artista. "Nosotros cantamos sobre nuestra tierra, sobre el sol, sobre la lluvia que nunca llega, sobre la pobreza y problemas, y sobre cómo vive la gente en Cabo Verde".
En ocasiones, historias como la de esta bella mujer nos permiten tomar fuerzas para salir de momentos de oscuridad y pena.
