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LECTURAS PARA LA VIDA: El amor en las cartas de Wislawa Szymborska

libros-cartas
Foto(s): Cortesía
Redacción

Mónica Ortiz Sampablo

 

Última de tres partes

 

Wislawa Szymborska, un nombre difícil de pronunciar, ligado a una lengua lejana, cuyos ecos de voces dolientes de guerra llegan a nuestros oídos, porque fueron muchos los que cayeron ante el flagelo nazi, allá muy cerca de Auschwitz, allá en una ciudad obligada a cambiar de identidad, cada tanto, cada invasión; allá donde ella escribía sus primeros poemas. En un principio, sus producciones tenían el cariz político del comunismo de aquella época; años después haría un puente entre la filosofía y la poesía: dos lenguajes inseparables para la escritora.

En estos lenguajes aparece su correspondencia, no sólo la amorosa, sino aquella que quizá pocos hemos revisado, pero que considero una asignatura pendiente para quien le interesa el oficio de escribir. Me refiero a la correspondencia publicada en el libro titulado Correo literario o cómo llegar a ser (o no llegar a ser) escritor, publicado por Nórdica en el año 2000. Textos que nos muestran una Wislawa que respondía a los escritores en ciernes, muy a su estilo, mezclando la verdad y la ironía. 

La recopilación es producto del trabajo de la escritora para la revista Vida Literaria, en la que trabajó como parte del consejo editorial y que en 1960 estuvo a cargo de la sección titulada Correo literario; ahí respondía a los textos que diversos escritores enviaban. Una de sus máximas era primero leer y luego escribir, no andar con prisa en publicar, antes de eso resultaba mejor leer, así como la autocrítica antes de pretender publicar. Por ello, el tono de sus respuestas resultaba como un balde de agua helada. Cito un ejemplo:

“Nos acusa usted de cortarles las alas a los jóvenes talentos literarios. «A esos frágiles retoños —leemos— hay que criarlos entre algodones y no, como hacen ustedes, criticar su debilidad y su incapacidad de dar un fruto ya maduro». No somos partidarios de la cría en invernaderos de retoños literarios. Es necesario que crezcan en un ambiente natural y que se vayan adaptando desde un principio a sus condiciones. A veces, el retoño cree que va a ser un roble y nosotros vemos que no es más que una brizna de hierba”.

Szymborska no se andaba por las ramas, con ello da cuenta de su nivel de compromiso con la literatura.

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