Por Alejandro José Ortiz Sampablo
La noche del jueves fue una noche extraña; pasaban unos minutos después de las nueve cuando me quedé dormido. Había estado trabajando en los proyectos que iniciaremos en el 2023, así como revisando algunos textos psicoanalíticos que me sirvieran de inspiración, además de recordar los casos clínicos que atendí en el año que hoy termina; pues los pacientes que atendemos en el campo psicoanalítico nos indican algo al respecto del síntoma de nuestro tiempo, es decir, de la dinámica psíquica que prevalece entre los seres humanos de nuestra época.
Decidí recostarme unos minutos, para ordenar un poco las ideas, cuando caí rendido al sueño, el cual fue muy rico en contenido. La experiencia onírica me arrastró a unas décadas atrás, cuando renuncié a la vida de burócrata, la cual me auguraba un prominente futuro. En el sueño, por algún motivo desconocido renuncié al trabajo que tenía, lo cual sucedía en estas fechas —aunque esto sucedió realmente años atrás cuando decidí salir de Oaxaca para concluir mi formación como psicoanalista—. Con el trámite hecho, me detuve a observar a mis compañeros en la algarabía por las fiestas de fin de año, a escuchar los planes que tenían con su aguinaldo. En ese momento caí en cuenta de lo que había hecho, y me arrepentía, pues había renunciado a los beneficios de trabajar en el Gobierno del Estado. Como lo mencioné, en el sueño, el motivo de mi renuncia era desconocido, lo que provocaba un estado de angustia, pero a la vez la sensación de haber hecho lo correcto para mi persona.
En la madrugada, cuando desperté, al verme en mi cama y al escuchar a Athena ladrar —que bien podría decir me llamaba a mi realidad—, sentí alivio. Aun cuando el sueño reflejó algo que sucedió años atrás, a diferencia de entonces, hoy mi vida posee un sentido muy poderoso, el Psicoanálisis.
