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Lecturas para la vida: Cuentos del Doctor Lector | Un recuerdo; primera de dos partes

mama-madre-hijo
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rosa María Vázquez Cázares

Hay seres de luz, que vienen a iluminar nuestras vidas, como una estrella fugaz, dejándonos el recuerdo de su brillo para siempre.

Franz, de 23 años y Sofía de 22, dos jóvenes entusiastas, enamorados, habían estudiado juntos la carrera de Pedagogía. Tiempo después se casaron, ilusionados por formar un hogar y perseguir la felicidad. En Franz vivía la esperanza de tener una hija que heredara los grandes ojos azules de su esposa a quien tanto amaba.

Al año de casados, el deseo les fue cumplido con la llegada de una linda nena de hermosos ojos azules. Tenía en la mirada una chispa de vivacidad, muy parecida a Sofía. Le pusieron por nombre Yady.

Desde el mes de edad acudían muy puntuales a la consulta para su seguimiento cada dos meses; fue así hasta que la bebé cumplió el año. Llevaban a Yady vestida de forma impecable, como una muñeca; así fue creciendo sociable, sonriente y sana.

El tiempo pasó; cierto día, Franz se encontró con una conocida enfermera, quien le preguntó:

‒ ¿Y Yady?, no la han llevado a consulta desde hace mucho, ¿cómo está?

Franz se vio obligado a recordar para dar una respuesta; le contó que, al año y dos meses de edad, mientras Sofía cargaba a Yady en su casa, se tropezó con unos cables, se le enredaron en los pies, perdió el control e inevitablemente ambas cayeron impactándose contra un librero; varios objetos se precipitaron sobre ellas. Lo peor de todo fue que el monitor de la computadora cayó directamente sobre la cabeza de Yady.

Sofía se incorporó con dificultad, buscó a Yady entre todas las cosas, retiró el monitor; la encontró inconsciente, inmóvil, sangrando por un oído.

‒ ¡Ayuda, ayuda por favor ¡‒ gritaba con desesperación.

Franz llegó de inmediato, pues escuchó el ruido terrible. Preguntó a Sofía qué había sucedido, mientras intentaba ayudarla.

‒No lo sé, todo se vino encima de repente– respondió desesperada.

‒Llama a una ambulancia, por favor, la niña no responde; rápido, rápido– gritaba Sofía.

Continuará el próximo lunes.

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