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Lecturas para la vida: Cuentos del Doctor Lector | El conejo Rudy y la plaga, Última de cinco partes

cuento
Foto(s): Cortesía
Redacción

Carlos A. Bravo Matus

Rudy había gastado demasiada energía para llegar a la cima de la montaña, pero la esperanza de volver a ver a sus padres y amigos, le inyectó energía; comió algunas hierbas y retomó su andar, ahora en descenso.

Conforme bajaba la pendiente, los sonidos de la selva se hacían más fuertes, poco a poco los fue reconociendo: el acelerado aletear del colibrí, el piar de las crías del halcón, el balar de las gacelas, le dieron ánimo a continuar su carrera.

Empezaba a caer la tarde y por fin Rudy llegaba a la planicie; los sonidos de la selva eran más intensos y familiares, así que siguiendo aquellas voces, logró llegar donde estaban los demás animales; saludó primero al grillo que mordisqueaba plácido una hoja haciendo vibrar sus patas, luego a un cervatillo, saltó sobre la fila de hormigas que llevaban su cargamento hacia su hormiguero mientras varias mariposas, volando alrededor de él, parecían darle la bienvenida y finalmente llegó hasta donde los conejos se agrupaban comiendo hojas y raíces; preguntó por sus padres.

El conejo mayor, le dijo que sus padres estaban tristes en una madriguera al pie de un árbol; corrió a buscarlos chasqueando de alegría; su madre, al escucharlo, salió, aún sollozante sin poder comprender el milagro de que Rudy estuviera a salvo; su papá también salió, se llenó de alegría y nuevamente juntos se abrazaron con fuerza; después regañaron a Rudy por haber desobedecido, haciéndole ver el gran peligro al que se expuso, tanto por estar perdido como por el riesgo de haber muerto por el virus de la plaga. 

Muchos animales se alegraron de ver a Rudy de vuelta, algunos le felicitaron por su valentía, otros lo reprendieron por su travesura, pero en conjunto le dieron la bienvenida a su nuevo hogar.

La plaga no pudo cruzar la cordillera y poco a poco se fue desvaneciendo, no sin antes dejar una sombra de muerte por donde pasó. Mientras, todos los animales volvieron a hacer su vida, con la promesa del conejo de no volver a desobedecer a sus padres.

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