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Lecturas para la vida: Alejandra Pizarnik, los gritos interiores y sus cartas

mujer
Foto(s): Cortesía
Redacción

Por Mónica Ortiz Sampablo

Silvina tenía tres décadas más que Alejandra; en ese tiempo ya era una escritora consagrada, estaba casada con Adolfo Bioy Casares, también escritor. Ellas eran diferentes; Silvina con su aire aristócrata, un rostro de mujer madura, con gran talento para escribir y a decir de Borges con dotes proféticas; Pizarnik no tenía un estatus económico como Silvina; el desenfado era su bandera, además era intensa, coqueteaba en los límites de lo establecido, en todo; su hermana la describe como una chica rara, con pantalones de pata de elefante, blusas ombligueras, grandes abrigos, y el cabello muy corto. Alejandra era bisexual, quizá no abiertamente, pero en sus diarios manifestaba sus enamoramientos tanto hacia hombres como a mujeres, una de ellas Silvina Ocampo.

No hay quien pueda asegurar que entre ellas se haya dado una relación física, sin embargo, existen cartas en las que Alejandra muestra sus afectos emocionales y sus deseos corporales hacia quien consideraba maravillosa, genial y adorable.

“Silvine, mi vida (en el sentido literal) le escribí a Adolfito para que nuestra amistad no se duerma. Me atreví a rogarle que te bese (poco: 5 o 6 veces) de mi parte y creo que se dio cuenta de que te amo sin fondo. A él lo amo, pero es distinto, vos sabés, ¿no? Además, lo admiro y es tan dulce y aristocrático y simple. Pero no es vos. Te dejo: me muero de fiebre y tengo frío. Quisiera que estuvieras desnuda, a mi lado, leyendo tus poemas en voz viva. Sylvette, pronto te escribiré. Sylv, yo sé lo que es esta carta. Pero te tengo confianza mística. Además, la muerte tan cercana a mí, tan lozana, me oprime. Sylvette, no es una calentura, es un re-conocimiento infinito de que sos maravillosa, genial y adorable. Haceme un lugarcito en vos, no te molestaré. Pero te quiero, oh no imaginás cómo me estremezco al recordar tus manos que jamás volveré a tocar si no te complace […]Sylvette, sos la única. Pero es necesario decirlo: nunca encontrarás a nadie como yo. Y eso lo sabés (todo). Y ahora estoy llorando. Sylvette, curame, ayudame, no es posible ser tamaña supliciada, Sylvette, curame, no hagas que tenga que morir, ya…

Tuya:

Alejandra”

Es este un fragmento de la que sería la carta final de Alejandra a Silvina, una carta sin respuesta, rescatada de un viejo armario de la señora Ocampo.

Continuará el próximo miércoles…

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