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Las cartas de Antoine

libro
Foto(s): Cortesía
Redacción

Mónica Ortiz Sampablo / Primera de dos partes

Las cartas son regalos preciosos, son también cajas de Pandora, uno nunca sabe lo que va a emanar de su interior, lo cierto es que son reveladoras. En el mundo de la literatura encontramos numerosos ejemplos en los que las cartas abonan a la biografía de los y las escritoras, eso, como parte de su contexto de producción que, como lectores de una obra literaria resulta importante al realizar un análisis de los textos.

Por ejemplo, cuando nos acercamos a la lectura de "El Principito", de Antoine de Saint Exupery, nos entregamos a la trama del aviador que queda varado en el desierto y se encuentra con un pequeño príncipe. Pues bien, al leer la biografía del escritor nos enteramos de datos curiosos; por ejemplo, de que fue pionero del servicio postal internacional, trabajando en la Aeropostal. Fue un hombre que a menudo experimentaba la melancolía de estar solo, quien mediante la escritura de cartas se comunicaba con su madre, su esposa y sus amigos. Años después de su muerte, sus biógrafos se dan a la tarea de rastrear su correspondencia con la intención de publicarla. En lo que se refiere a su madre, existe un libro llamado “Cartas a su madre”, en este se recogen 89 cartas, en las que se revela la relación tierna y cariñosa entre madre e hijo; así mismo, la pasión que le despertaba la vida aérea, la nostalgia por tener lejos a la familia y el asombro que experimentaba durante sus estancias en tierras lejanas.

El vocativo "Madrecita mía", nos remite inmediatamente al amor con el que Antoine se dirigía a su madre en cada misiva. Antoine no tuvo hijos, pero en sus cartas se aprecia el paternalismo que experimentaba no sólo con los pequeños, incluso con sus colegas: “Los aviones pasan cada ocho días. En el intervalo hay tres días de silencio. Cuando mis aviones se van, siento como si se fueran mis pollitos. Todos los días reparto chocolate a una camada de pequeños árabes traviesos y adorables. Soy popular entre los niños del desierto”.

Leer las cartas de Antoine me traslada a la ternura con la que percibo al personaje en su obra cumbre; así mismo, al ver en este escritor a un hombre profundamente agradecido con su madre cuando expresa: “Usted no alcanza a imaginar esta inmensa gratitud que le profeso, ni qué casa de recuerdos me ha regalado”.

Continuará el siguiente miércoles.

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