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La poesía, camino hacia la esperanza

Raúl-Zurita
Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- En un mundo atroz, tal cual define Raúl Zurita, la poesía es "la esperanza de lo que no tiene esperanza, es el amor de lo que carece de amor, es la posibilidad de todo aquello que nunca ha tenido una posibilidad".

Su tarea, dice el autor en entrevista, es reemprender una y otra vez, desde las fosas de lo humano, el arduo camino a una nueva alegría, a una nueva esperanza, a un nuevo sueño.

"Pero no a un sueño cualquiera, no a una esperanza débil, no a una alegría cautelosa, sino para que desde el hambre, desde los asilos de ancianos pobres, desde cada niño y niña violadas, desde las cárceles, desde los escombros y las ruinas de este mundo, emerja un sueño tan fuerte que dé vuelta a la realidad y nos muestre de nuevo los infinitos resplandores de esta tierra que, a pesar de todo, aún nos ama", sostiene.

"Y responderle a ese amor, ya quizá moribundo, con todo nuestro grito, aunque ya no tengamos gargantas para gritar; con todo nuestro abrazo aunque no tengamos brazos para abrazar ni piernas para caminar. Pero, ¿cómo decirle a un ciego, a un ciego de nacimiento, qué es el color azul? Bueno, los poetas son esos ciegos de nacimiento que nos hablan del color azul. Es la terca, inamovible, desesperada esperanza, que subyace en todos los poemas y en todo arte".

A la pregunta de en qué tiene puestos los esfuerzos en este momento de su vida, Zurita responde: "Primero, en la rigidez de esta mano", al tiempo que muestra su palma derecha del otro lado de una videollamada.

Por unos segundos la mantiene casi a la altura del rostro con tal firmeza, que difícilmente podría decirse que está enfermo de Párkinson. Acaso parte de los buenos resultados de haberse sometido hace apenas unos años a la cirugía de estimulación cerebral profunda, una operación de siete horas a cerebro abierto. 

Y aunque se encuentra tan bien que ya planea un viaje a la India, el poeta nacido en 1950 confiesa que tareas de tal simpleza como enviar un correo electrónico pueden llegar a dificultarse. 

"Es como tener un jardín infantil, con unos niños que de repente se portan muy mal, no te obedecen y se van cada uno por su lado", bromea sobre la enfermedad que por momentos llegara a impedirle caminar o cruzar las puertas solo.

Si algo le duele a Zurita respecto al Párkinson es la injusticia de haber podido someterse a este beneficioso procedimiento quirúrgico sin costo alguno en Italia -cuya nacionalidad tiene por parte de su madre, Ana Canessa Pessolo-, mientras en Chile mantiene un costo tan alto que lo hace prácticamente inaccesible para quien lo necesite.

"Es una cosa de una aberración, de una injusticia", reprocha.

 

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