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El lector furtivo: Notas para un punk sin cresta

fuego_punk
Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso

 

“Un fantasma recorre Oaxaca, es el fantasma de la poesía”, son palabras de Yendi Ramos, que están en el prólogo de otro libro, pero me vienen muy a modo para describir cómo en el último par de años ha ocurrido una suerte de explosión en las publicaciones literarias en el estado. Podemos decir que en este último cuatrimestre no ha habido mes en que no haya un poemario oaxaqueño que vea la luz. En este caso voy a referirme al del compañero César Eli García y su "Fuego punk" (Cabros Editores, 2022).

En nuestro bello Oaxaca siempre han existido personas dispuestas a autodenominarse poetas; estas nutren el ambiente marginal de la poesía local. Aunque lo idóneo sería que no cantara quien tiene una voz desafinada, en este país de la libre expresión todo mundo tiene derecho a hacer su luchita. Digo esto muy a propósito porque la estética punk, en la que está basada "Fuego punk", propugna la necesidad de poner cara a este estado de las cosas y pondera la expresión, pese a cualquier limitación o carencia, sobre todo si estas son económicas. Es decir, no serán el sistema político, el capital, la academia o la falta de técnica los que nos limiten para publicar o no, nuestra poesía. En lo anterior me identifico plenamente con el autor.

Conocí a César Elí en un conocido centro cultural que también hace las veces de tugurio y donde muchos poetas, la mayoría de ellos espontáneos, toman por asalto un micrófono abierto para entonar sus obras. Antes de llamarlo por su nombre, solía llamarlo el “Punk sin cresta” gracias al poemario que siempre cargaba bajo el brazo y que le escuché leer en tres ocasiones distintas, con muy buena respuesta del público, siempre (poeta y lector) en punto alegre por el alcohol. Así comencé a cultivar en aquel entonces el privilegio de su amistad.

Llamaba la atención del extraño y extenso poema, su musicalidad aunada a la contundencia del estribillo: “Ahora solo soy un punk sin cresta”.

El movimiento Punk, emergido en los años 70, cuya bandera era empuñada principalmente por adolescentes y jóvenes ingleses, hijos de obreros, que comenzaban a resentir con crudeza los efectos de la crisis económica. Segregados y marginados, por su origen proletario, de la actividad educativa, económica y cultural canalizaban su energía y agresividad a través de expresiones artísticas que incluían el rock duro y el graffiti, renegando de modas y del consumo irracional capitalista. El caso de rock es particularmente ilustrativo, porque ponderaba el derecho a hacer música, echando mano de los mismos elementos que había en la música mainstream; hablamos de instrumentos eléctricos, principalmente guitarras, bajo y batería —como cualquier grupo de pop—, pero tocando con ritmos y acordes muy básicos de apenas dos o tres dedos, con los cuales ya se podía parar un arreglo musical. Así lo hicieron en principio Ramones y después todos los demás.

De manera similar, Cabros Editores y otros sellos oaxaqueños han lanzado sus productos editoriales echando mano incluso de técnicas artesanales. En este caso, "Punk sin cresta", que es un poema bastante conocido en el medio antes descrito, se complementa con "Fuego en el fauno", una colección de poemas un poco más maduros, donde el protagonista, un fauno silvestre, se dedica a fecundar —al parecer a mano limpia— los bosques y las florestas.

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