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El lector furtivo: El hueco del amor

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Rafael Alfonso

 

¿De qué sirve la capacidad creativa si con ella no podemos acariciar a nuestros seres amados? Esta interrogante nos persigue desde el inicio del amor moderno, cuando los trovadores cantaban al pie de la ventana de sus amadas. ¿Somos en realidad capaces de ponderar el sentimiento y exprimir la potencia  de nuestras voces para hacer realidad la voluntad de amar, que en nosotros despierta la mujer elegida?

Gerardo Bonilla sale al encuentro de nuestra pregunta, responde “sí” y alza la mano para ofrecer a su amada el canto íntimo de quien no se considera poeta, pero sí artista y se planta al pie de la vida para tratar uno de los misterios que ha guiado el buen paso de la humanidad en su incesante devenir.

Conocí a Gerardo hace poco más de 30 años. Coincidimos en el mismo salón del Cedart “Miguel Cabrera”. No me simpatizaba mucho, o mejor dicho, me causaba cierto temor por su fuerte personalidad y liderazgo, echado para adelante, un joven sano y fuerte, lo contrario de mí, de natural enfermizo. Cierta necesidad expresiva —porque en aquel tiempo queríamos hacerlo todo: arte, cine, teatro, música— nos hizo  cómplices, y finalmente amigos. Hoy me embarga una emoción similar a la de aquellos tiempos, cuando siendo adolescentes lo acompañamos a su primera exposición como artista profesional. Afortunadamente, a más de 30 años continuamos en este camino de jugar dentro de los márgenes de la expresión artística.

Hace poco más de un año, Gerardo comenzó a compartirnos los primeros poemas de "El hueco del amor". Desde el momento en que los lectores saboreen el primer poema de "El hueco del amor" (El Cuajilote, 2022) sabrán que la voz lírica de Gerardo  no carece de arte ni de emotividad, y en esta ocasión el motivo de sus letras es contundente.  Por supuesto que a cada nueva entrega crecía la emoción y se comenzó a fraguar el plan de publicar el poemario, con el  entusiasmo que conlleva cada nuevo proyecto. Por eso ahora decimos con beneplácito que ha llegado la hora de cantar al hueco del amor, de entonar la verdad de su contundente e irrenunciable influencia, naturaleza renovadora que asegura larga vida a la humanidad.

Líricamente desbordado, fastuoso e intrigante, así es el poema de Gerardo Bonilla que se expande y se contrae mientras observa al mundo y lo inunda con su cálido aroma de pan caliente. El amor es un hueco que lo llena todo. Más que a comprender al amor, esta obra nos invita a vivenciarlo y a seguir la hipnótica cadencia de su paso, y a tomar también un lugar dentro de ese hueco que tiene el sabor de nuestros sueños de infancia y juventud.

Siendo un artista integral, Gerardo decidió acompañar su canto con una serie de imágenes que componen un álbum en el cual, el erotismo es parte medular, y que es protagonizado por la misma musa de sus amaneceres.

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