Por Alejandro José Ortiz Sampablo
Dos de las líneas de pensamiento a las que aludí en la nota anterior, tienen que ver con la cosmovisión que conciben las generaciones de jóvenes de este siglo, la cual influye directamente en la disposición psíquica que adoptan con ellos mismos y ante el mundo exterior.
La consigna terapéutica
Por un lado, mis reflexiones se inclinaban hacia lo que acontece de manera general con las nuevas generaciones, y por el otro, hacia un grupo en específico: aquellos jóvenes que han decidido estudiar la licenciatura en Psicología. En este punto surgió el tercer pensamiento, y donde posiblemente, por lo que mencionaré, algunos estarán en desacuerdo. Considero que, al pasar a formar parte de una oferta dentro de un sistema económico de licenciaturas, la carrera de Psicología se ha descuidado, pues al paso del tiempo se desvaneció la importancia que ésta tiene en la estructura social de un estado.
Como lo mencioné, los temas que escribo no son escogidos arbitrariamente, por lo general me dejo guiar por lo que los pacientes abordan en sus tratamientos, es decir, los males que les aquejan. Entre los pacientes hay unos que destacan por la manera en la que solicitan la atención psicológica o psicoanalítica, pues llegan al consultorio por consigna; me refiero a los estudiantes de Psicología. Es sabido que, de manera administrativa, las universidades solicitan a dichos estudiantes recibir un determinado número de sesiones terapéuticas.
Fundamentos y nueva cosmovisión
En reiteradas veces he escuchado la manera en que los psicólogos que brindan la atención a dichos estudiantes, los citan con un margen de tiempo considerablemente amplio —de un mes hasta un mes y medio entre una sesión y otra—, justificándolo de diversas formas. A ciencia cierta, desconozco el motivo de atender de esta manera a quienes, en un futuro, brindarán atención psicológica a otros, pues es de suponer que un paciente de esta índole no va solo por un asunto de salud, ya que al tomar la decisión de estudiar tan encomiable licenciatura, adquiere el compromiso de conocer a profundidad su vida anímica, para que en un futuro ejecute los tratamientos sin la influencia de su cosmovisión del mundo o de su moral.
Puedo suponer que quienes atienden de dicha manera, han sido absorbidos por el sistema económico-político actual. Por un lado, dichos pacientes plantean determinadas complicaciones en su tratamiento, pues la información requerida la brindan con dificultad, por lo que el psicólogo tratante opta por atenderlos como lo mencioné, pues de esta manera evitan el esfuerzo y el gasto de energía que se requiere para dichos tratamientos. También pudiera ser que desconocen los fundamentos y principios de la clínica psicológica.
A esta manera de atender habrá que agregar una complicación más, que tiene que ver con la cosmovisión de los jóvenes, la cual se ha decantado de sus propios impulsos pulsionales y la educación que han recibido de sus padres, cosmovisión que, dicho sea de paso, para hombres y mujeres de mi edad, es en ocasiones difícil de comprender, a pesar de haber sido los pilares sobre la que ésta fue construida.
Continuará el sábado…
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