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Consultorio del alma: cuenta conmigo | Mi querida maestra Raquel, te recordaré por siempre

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Alejandro José Ortiz Sampablo

Me encuentro ante una hoja en blanco sin saber qué escribir, incluso sin tener la inspiración necesaria. Fue hasta hace un par de días que supe que iba a redactar un texto, el cual hubiera deseado no hacer.

La noticia

El martes por la noche, al revisar las redes sociales del Instituto, leí una publicación de mi hermana Mónica, que decía: “Raquel Olvera, mujer de voz entera, hoy ya no estás en esta tierra, pero tus letras quedaron en los caminos de tus alumnos, yo una de ellas. Tú, siempre amorosa, generosa, noble. Te mando un beso hasta donde estés y mi agradecimiento eterno por todo lo que de forma personal me dijiste, cosas que atesoro. Vuela allá donde el dolor no exista, querida maestra”.

Era claro el mensaje, sin embargo, no lograba comprenderlo; sentí cómo en mi pecho se empezaba a generar un dolor, como si mi corazón se expandiera, un dolor parecido al que siento al momento de escribir estas letras. Me comuniqué con mi hermana para preguntarle si era verdad la noticia.

Inolvidable

Mi querida maestra Raquel tuvo un gran significado en mi vida; ella nunca lo supo, pues fueron contadas las veces que nos vimos en el taller de escritura “Malicia Literaria”, pero las suficientes como para que atravesara mi alma. Ella viajaba cada mes de Puebla a Oaxaca para impartir su taller. Recuerdo el primer encuentro; sucedió en febrero de 2018, en un salón del Centro Cultural San Pablo. Fue mi propia hermana quien desde tiempo atrás me animaba a asistir, hasta que llegó el día que me atreví a ingresar al grupo. En ese entonces ya tenía el hábito de la escritura, pues un año antes iniciamos con la publicación de esta sección. Sin embargo, era la primera ocasión que tomaría un taller de creación literaria.

Llegué siguiendo la indicación dada, con mi primer cuento escrito. La Maestra Raquel me recibió con dulzura y amabilidad y quedé encantado con la clase. La revisión de los textos era un excelente ejercicio que ella dirigía; siempre tenía una sonrisa para todos, así como las palabras precisas para mostrarnos los errores que cometíamos al escribir. El sábado 16 de junio de aquel año vendría, pero lamentablemente nos avisaron que no viajaría por problemas de salud. A partir de esa fecha no la volví a ver.

Cuando al inicio mencioné que este sería un texto que hubiera deseado no redactar, era por varios motivos. A la maestra siempre la recordaba y recomendaba su taller, pues en las pocas clases que asistí me brindó una gran enseñanza, de la que hoy sigo recibiendo beneficio. No me consideraba con el derecho de redactar algo para ella; lo que me permitió hacerlo fue recordar que tuvo y tendrá un gran significado en mi vida, no sólo por ser la persona que me brindó sus enseñanzas, sino también porque fue con su auxilio que cobraron vida los personajes de los cuentos que escribí en aquellos meses.

Mi querida maestra Raquel Olvera siempre estará viva en su literatura y en el alma de aquellos en quienes dejó huella.

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