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No es malo el desacuerdo entre las personas que quieres

pareja
Foto(s): Cortesía
Redacción

Pasa con amigos, familia y colegas de trabajo: de repente surge un tema polémico, comienza el debate, alguien eleva de tono la voz, otro se molesta y la conversación acaba en discusión e incluso pelea. 

No es extraño ver escenarios donde una persona busca a toda costa convencer a los demás o escuchar a quienes dicen que, ante aspectos complejos (política, futbol, religión), mejor ni opinar para evitar problemas. 

La realidad es que ninguno de los dos caminos es el ideal: más beneficioso sería aprender a conversar de forma constructiva, teniendo como punto de partida que las opiniones diversas son normales y hasta deseables para construir una mejor sociedad.

"¿Qué sería del mundo en el que todos fuéramos iguales o pensáramos lo mismo?", cuestiona Paola González Castro, profesora del Departamento de Psicología en la Universidad de Monterrey. 

"Lo deseable es que todos podamos tener sistemas de pensamientos y creencias diferentes. Si no, estaríamos creando individuos que son como repetición de algo". 

Pero algo pasa en la vida actual porque existe la idea errónea de que todas las personas piensan igual, cuando no es así.

Una de las razones puede ser el mundo digital, indica Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto en Ciencias del Bienestar y la Felicidad de la Universidad Tecmilenio. 

"Por la forma en que los algoritmos de las redes sociales nos van conectando con la información y las personas que piensan como nosotros, pensamos que el mundo es más homogéneo de lo que es", apunta la doctora en Estudios Humanísticos. 

También ocurre que callar por evitar discusiones hace que no se compartan opiniones y se alimenta esta falsa creencia de la igualdad de pensamiento. 

"En las sociedades complejas en las que vivimos es necesario estar continuamente debatiendo los temas desde diferentes ángulos", enfatiza Ballesteros.

"Es lo que ha hecho que tengamos mejores condiciones de vida". 

Opinar, no imponer 

Para dialogar sin llegar a pelear, además de entender la importancia de los desacuerdos, es importante tener en mente que opinar sobre un tema es muy diferente a querer demostrar que se tiene la razón o intentar convencer e imponer tus creencias.

"No es una batalla en la que se gana o de pierde", apunta la psicóloga Castro. 

"Vamos a tratar de que cada quien dé su opinión, sin necesidad de tener que cambiar la opinión de la otra persona". 

Algo que ayuda en este proceso es reflexionar que la forma de pensar de cada quien surge a partir del contexto: crianza, educación, estilo de vida, privilegios y valores. 

Una opinión no se trata de una verdad absoluta, coinciden las especialistas. 

Pero a veces, incluso sabiendo que las diferencias son normales, cuesta aceptarlo. 

"A veces nos enojamos porque las otras personas no piensan lo que nosotros pensamos y creemos que discutiendo vamos a poder cambiar su opinión", señala Castro. 

"Es como si estuviéramos teniendo dificultad para aceptar que el otro es diferente". 

¿Qué hay detrás de esta dificultad?

A veces, indica Ballesteros, las creencias se ligan a la identidad de una persona. Eso significa que, lo que crees, lo asocias a quién eres y de ahí deriva la necesidad de probar que se tiene la razón, sin duda por el hecho de reafirmarte a ti mismo. 

"Muchas veces tratamos de discutir para convencer", comenta la especialista, "porque es probar nuestra identidad o en lo que creemos en lo más profundo, que está asociado a quién somos". 

La clave es aprender a separar las ideologías de la identidad, pues eso permite discutir las ideas sin agredir o querer imponer. 

Respeto, escucha y curiosidad 

A la hora de dialogar con una persona que tiene opiniones diferentes a las propias es útil enfocarse en buscar puntos en común que ayuden a un diálogo constructivo. 

Y para eso se necesita la escucha activa, curiosidad y el respeto. 

"No pensar que la conversación tiene que terminar en un desacuerdo que nos lleve a dividirnos y separarnos, o a un convencimiento del otro", considera Ballesteros, quien añade que es importante siempre ser empático con la postura del otro.

Cuando no se conoce sobre un tema es válido preguntar. También hay que animarse a cuestionar al otro por qué piensa de cierta manera e informarse con curiosidad. 

Además, destaca la experta, hay que aprender a sentirse bien estando incómodos y no evadir el diálogo si hay desacuerdos o entrar en conflicto por defender un punto. 

"Entender que, ni aunque tengamos toda la evidencia, toda la información, a lo mejor no podemos cambiar el punto de vista del otro", enfatiza. 

También se pueden poner reglas de mutuo acuerdo, como no interrumpir, usar lenguaje respetuoso, no levantar el tono de voz ni ser sarcásticos.

Aunque tener opiniones diferentes está bien, las especialistas remarcan que una cosa es tener desacuerdos en una conversación y otra muy diferente es opinar sin dar espacio para que el otro pueda expresarse, como a veces ocurre en publicaciones de redes sociales. 

Y tampoco es lo mismo opinar sobre un tema que hacerlo sobre una persona. 

"Puedo opinar de las cosas que a mí me conciernen, pero me parece que opinar de las personas que no tienen nada que ver conmigo, de los cuerpos que no tienen nada que ver con el mio, no apuntan a ningún lugar", enfatiza la psicóloga Castro.

"Tengo que ser responsable de qué estoy hablando. Las palabras tienen un peso, ya sean escritas o habladas, y ese peso puede tener impacto en otras personas". 

 

¿Estás de acuerdo?

No converses para imponer tu opinión, sé empático.

Acepta que, en ciertos temas, requieres más información.

Escucha, no interrumpas; tampoco seas irrespetuoso.

Emite opiniones sobre temas, no sobre personas.

El desacuerdo no tiene que ser enemistad: dialoga.

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