El trabajo de educar a los hijos implica proporcionarles las herramientas necesarias para desenvolverse en la vida cotidiana. Dentro de estas habilidades, la creación de hábitos de orden y trabajo resulta fundamental. Este viernes en "La hora del deseo", hablaremos sobre las motivaciones que puede tener un niño para participar en las tareas del hogar, así como el placer y el desagrado asociados a ellas. También examinaremos el papel de la docilidad y discutiremos las repercusiones psíquicas que puede tener el realizar, o no, estas tareas en el desarrollo de los niños.
El desagrado y el placer por las tareas domésticas
Los niños pueden encontrar diversas motivaciones para participar en las tareas de orden y limpieza dentro del hogar. Estas motivaciones pueden variar desde la búsqueda de aprobación y reconocimiento por parte de los padres, hasta el deseo de imitar y aprender de ellos. Aunque en ocasiones solo basta una orden directa de los padres para hacer sentir al niño lo suficientemente motivado para ponerse en pie y comenzar a colaborar.
Es normal que los niños experimenten sentimientos contradictorios hacia las tareas domésticas. El desagrado puede surgir por la percepción de estas tareas como una carga o por la falta de interés en las mismas. Por otro lado, el placer puede manifestarse cuando los niños logran realizar las tareas de forma satisfactoria, generando un sentido de logro y contribución al bienestar del hogar.
Las tareas de orden y trabajo contribuyen a fomentar la docilidad en los niños. Sin embargo, es importante destacar que la docilidad no debe entenderse como sumisión ciega, sino como la capacidad de adaptarse y colaborar en diferentes situaciones. Al establecer rutinas y responsabilidades se incrementa en los niños la sensación de control sobre el entorno así como la seguridad y el sentido de pertenencia. Se fomentan también la disciplina y el desarrollo de habilidades como la organización, la planificación y la responsabilidad, que serán valiosas a lo largo de la vida.
Manifestaciones de violencia y descuido
No ignoramos, por supuesto, que muchos padres aprovechan la ocasión para ejercer el poder que tienen sobre el niño de una forma autoritaria o violenta. Los niños que perciben la realización de tareas domésticas como imposiciones o castigos, pueden generar resistencia y rechazo hacia estas actividades, pero no es la única forma de llegar a este punto.
En muchas ocasiones, el presunto talento o empeño que el niño o la niña presenta hacia ciertos intereses —como el estudio, el arte o el deporte—, parece otorgarles el derecho a desentenderse de las tareas cotidianas con la complacencia de los padres que lo justifican de formas varias. La pereza que muchos padres consienten, expresan su propio deseo de no ser perturbados, y aleja a sus hijos de la disposición al trabajo y de la adquisición de hábitos que les serán necesarios para su posterior vida adulta. No hay que perder de vista que las tareas del hogar serán una constante que resolver durante el resto de sus vidas.
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