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Consultorio del Alma: El hombre desprovisto de propuesta de amor

Hombre con vista al mar
Foto(s): Cortesía
Alejandra López Martínez

Jesús Antonio Martínez Carrasco

El arranque

Para la gestación de nuevos proyectos en el INEIP, esencialmente el programa que hacemos mis colegas y yo cada tercer miércoles del mes titulado “El Hombre en el Amor” y del que llevamos cuatro emisiones, hemos tenido que indagar lo que al respecto nos dice la obra de Sigmund Freud. Sin embargo, el reto mayúsculo para los que conformamos este emprendimiento y me atrevería a decir, especialmente para los que estamos en formación, es que no podemos estar presentes en estos sin tener que jugárnosla y sin estar en constante tensión.

Comprometerse

Cuando hablamos “El Hombre en el Amor”, no podemos enunciar palabra alguna en el vacío ni de manera estéril, tampoco podemos hacerlo sin dejar algo de nosotros mismos en la elaboración de nuestro discurso psicoanalítico. Como hombre en formación psicoanalítica, tomando en cuenta el tema del programa, nuestros dichos van cargados de muchos miedos, resistencias, fantasmas, vivencias directas e indirectas y, por si fuera poco, todo lo anterior exhibe a esa instancia psíquica llamada Yo. Colocarse en este lugar, es decir, de compromiso y riesgo, nos lleva a sucesos que generan un costo, nos demandan energía libidinal y al mismo tiempo nos quebranta como sujetos. Estos actos nos obligan a encararnos a nosotros mismos, a cuestionarnos y a proceder de un modo distinto frente al amor. A partir de eso, podemos vernos como ese otro que se encuentra en construcción, si así lo hemos dispuesto con antelación.

Actos de amor y desamor

En nuestro último programa del año discutíamos sobre ejemplos de actos de amor y de desamor. Ante el tema en cuestión no debemos cerrar los ojos, o esquivar el planteamiento que se nos demanda, particularmente si somos el género en discusión en este espacio. Para que un acto de amor pueda producirse, es necesario un debilitamiento del principio de placer o una depauperación del placer de órgano que rige al hombre. Nosotros tendríamos que renunciar a ese goce que impide y estorba para abrir una posibilidad en el amor.

Cosas tan minúsculas como trascendentales podrían inclinar la balanza hacia el amor o al desamor, como responder al requerimiento que nos hace una hermana de ser escuchada, (con)ceder a deseos que harían feliz al objeto de amor o evitar las actitudes que pudieran perjudicar o lesionar la entrega de amor hacía la amada.

La presencia del amor en la actualidad

En la época que estamos viviendo, las muestras de amor son cada vez más escasas. El mundo de ahora se mueve bajo el postulado de primero yo y después yo. Esto, desde luego, se ve reflejado en nuestras conductas y cómo nos relacionamos con ese otro. Muy difícilmente hay cabida y disposición para el amor, caso contrario se manifiesta en la entrega al placer, al goce individualista eliminando por completo la consideración al otro como sujeto con deseos. El hombre se encuentra en un momento donde hallar el placer está a solo “una estirada de brazo” y el amor a una distancia cósmica. Para revertir esta situación, tendríamos que abandonar lo pusilánime y situarnos, como hombres desde otro lugar, una posibilidad que nos brinda el Psicoanálisis.

¿Quieres saber más? Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921 y ¡Hazte escuchar por un psicoanalista del INEIP A.C.!

[email protected]

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