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Consultorio del alma: cuenta conmigo | La mujer: incógnita por resolver | Última de tres partes

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Alejandro José Ortiz Sampablo

Del ejemplo propuesto, hemos descrito la circunstancia y algunas cualidades del esposo, pocas, pero suficientes para poner de relieve la prevalencia del “Principio de constancia” en un ser humano a quien se le presupone lo comanda el pensamiento de la razón. Ahora pasemos a considerar otros componentes que armonicen con la trama y con el orden del día del inconsciente.

¿Será cierta la sospecha del hombre sobre su esposa? ¿Podría haber otra explicación?

Para quien haya vivido situación parecida, posiblemente no ponga en duda la deducción del esposo. Sin embargo, si aplicamos el método psicoanalítico, éste nos llevará al antecedente de lo sucedido, donde eventualmente encontraremos que, si bien hay algo de verdad en el dicho de él, también se devela que: si los esposos de nuestro ejemplo llegan a la situación mencionada, es porque nuestro buen hombre ha evitado encargarse de las compras del supermercado días atrás.

“¡No tan rápido! Señor psicoanalista” —podrán reprocharme—; “¿es justo hacer responsable al hombre de tales circunstancias?”. A mi favor he de decir, que no se olviden amables lectores de lo dicho en las notas anteriores. Mencioné que me valdría de lo evidente de la dinámica psíquica del varón para contrastarla con la de la mujer, que es aún más compleja. Así que, hasta ahora, solo me he ocupado de la primera parte, y como podrán percatarse, necesitaremos de otra serie de notas para concluir con nuestro tema.

Hemos de suponer que para que la mujer realice la solicitud a su esposo, precisamente en el tiempo que él ha dispuesto para su disfrute, no es asunto del azar. Cuando suceden circunstancias como la descrita en la nota anterior, es bien conocido que ésta es solo un eslabón más de una cadena de situaciones parecidas, pues dentro de la relación de pareja hay historias que tienden a repetirse.

Asunto que se descuida, la alimentación

Antes de describir a la otra protagonista de la historia, ubiquemos las circunstancias que la vida actual nos exige, lo que de paso nos auxiliará a tomar consciencia de ello. Cuando los seres humanos pasamos a vivir con la persona amada, es de suponer que las circunstancias, así como nuestro comportamiento con el que nos hemos dirigido en el mundo, han de cambiar. Sin embargo, en ocasiones las personas no tenemos la más mínima idea de ello, más aún en la época, donde predomina el discurso del “ganar, ganar” y del “50, 50%”. Para quien vive o ha vivido en pareja, sabrá que es en asuntos de la alimentación donde más se invierte en dinero y tiempo; a menos que se opte por comer en restaurantes o fondas, lo que impacta en la economía y, a la postre, en la salud familiar.

De antaño han sido las mujeres quienes, por tradición, tienen mayor conciencia de esto último. Por siglos, han sido las encargadas de la alimentación y de la administración del hogar. “Sí, sí”, podrán argüir algunos caballeros, “pero de igual manera hemos sido nosotros los proveedores”; pero no caigamos en la guerra de los sexos que —para la finalidad que buscamos— en nada nos auxiliará. Recordemos que intentaremos elucidar el universo oscuro que para muchos nos significa la mujer.

Continuará el próximo sábado…

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