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Consultorio del alma: cuenta conmigo, Belleza y fealdad

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Por Rosa Angélica Raymundo Hernández

“Lo que encuentro bonito o hermoso, es desagradable para mi hermana gemela”, expresó durante la conversación una estudiante universitaria que iba a bordo del autobús con destino a Cuicatlán, Oaxaca. Refería, entre otras cosas, que en la infancia las vestían de forma idéntica, compartieron las mismas experiencias y habían sido muy unidas antes de ingresar a la universidad; por ello, le resultaba difícil entender que ahora fueran tan diferentes. “Lo que ella elige es todo lo contrario a lo que yo prefiero. Suele ser muy selecta con sus amistades y no se diga con los chicos. Me dice que tengo feos gustos”, enfatizó.

En gustos se rompen géneros

Presté atención en la conversación y me quedé reflexionando respecto de la inquietud de la viajante. La chica hacía hincapié en las diferencias con su hermana a pesar de haber vivenciado lo mismo y tener los mismos padres, principalmente en el tipo de novios que habían tenido; pues a ella también le parecían feos los novios de su hermana, y no sólo físicamente.

Lo anterior es un fenómeno común, pues como sabemos, lo bello o lo feo tiene que ver con la subjetividad; con la manera de percibir de cada persona, es por ello que lo agradable a los sentidos de alguien, otro lo percibe de forma contraria, como grotesco, sin gracia o incluso espantoso. Es así como la subjetividad individual se extiende en cada cultura, marca los estándares e influye en la percepción de la belleza y la fealdad.

Cultura y subjetividad

En nuestra entidad, existen peculiaridades en cada región, como las costumbres y las palabras utilizadas en lo cotidiano. Como ejemplo, lo que advertimos en la Sierra Norte y la Costa. En la primera región hay cierta solemnidad en el saludo; en cambio, en la segunda suele haber soltura y escaso formalismo; en ocasiones, lo anterior puede ser chocante y criticable entre las personas ajenas a dichas comunidades; esto se ha podido observar cuando familias de costumbres tan distintas convergen por motivo de las nupcias de los hijos.

La subjetividad se construye de todo lo que cada persona percibe desde el nacimiento. Tiene influencia en las preferencias durante toda la vida, desde lo que de pequeño o pequeña se vive y queda enlazado con los afectos. Así, la subjetividad define la experiencia (de satisfacción) y marca la disposición de la persona adulta con el mundo exterior. De ella nacerá la escala de valores de las personas que conducen a dar mayor o menor importancia a las cosas, como la referencia de la mencionada estudiante.

Es por eso que cuando solemos discriminar, sin percatarnos que nuestra subjetividad es producto de la propia historia de vida y no lo hacemos consciente, estamos seguros de tener la razón. Por lo anterior, es fundamental tener presente que lo feo, desde la línea en que se vea, se genera solo en la especie humana.

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