¿Quién no conoce la historia de Hachiko? Un perro japonés de raza akita que tenía la costumbre de acompañar a su dueño, el profesor Hidesaburō Ueno, a la estación de trenes ubicada en Shibuya, Tokio, para ir y volver de casa por las tardes a esperar la llegada de su humano.
Un fatídigo día, Ueno murió a bordo del tren en el que viajaba, por lo tanto, ya no volvió a la estación. Hachiko desconocía la situación, por lo que fielmente continuó yendo y viniendo de casa hasta la estación de Shibuya durante 10 años con la esperanza de encontrar a su humano, hasta el día de su fallecimiento.
La vida de Hachiko suele considerarse un ejemplo de fidelidad animal y específicamente canina, siendo además que los perros han sido históricamente el epítome del compañerismo entre los animales domesticados por el ser humano.
Recientemente se dio a conocer una historia que se equipara a estos niveles de fidelidad igualmente protagonizada por un compañero canino.
Se trata de “Vaguito”, un perro que fue encontrado recientemente por una pareja de turistas en una playa de Punta Negra, Perú.
La pareja se sorprendió de notar que el perro pasaba varias horas al día sentado frente al mar, mirando hacia el horizonte, en una actitud de evidente espera.
Al preguntar a los lugareños por esta singular conducta, la pareja supo que Vaguito era la mascota de un pescador que murió hace tiempo, dejando solo al animal. Al parecer el perro acude todos los días a la orilla de la playa esperando que su dueño vuelva de un momento a otro.
En compensación, los habitantes y comerciantes de la zona cuidan de Vaguito, alimentándolo, dándole refugio y prodigándole caricias, mismas que recibe en abundancia también de los visitantes de Punta Negra.
Sin embargo, Vaguito alberga en su corazón un único anhelo: que el mar le devuelva a su amigo de toda la vida.
Con información de Pijama Surf
