Rafael Alfonso
Solo hay una forma de ir a ver "Barbie", la película, y es con ganas de divertirse. Como hace mucho tiempo no sucedía, el cine estaba atestado de personas dispuestas a pasar su tiempo haciendo una larga fila, no en la taquilla, sino en la dulcería, que no se daba abasto para surtir el apetito de la audiencia.
Una película para adultos
Sin temor a espoilear, podríamos resumir la película diciendo que la frase “Solo soy una chica” —misma que nunca aparece en la película— puede adquirir un matiz existencial. La cinta nos muestra lo que es capaz una artista con talento. Quien haya visto las películas animadas de Barbie, sabrán que bajo las coordenadas creativas del mundo rosa de Mattel, no se podía esperar mucho; pero en este sentido, la directora y guionista Greta Gerwig ha hecho un gran trabajo. "Barbie" es una buena cinta que exige a sus actores protagónicos un compromiso con sus personajes, que da pie a momentos memorables. Margot Robbie es una talentosa actriz que encarna casi a la perfección a la icónica muñeca; en ese “casi” está la magia de su interpretación. El otro papel exigido es el de Ken, ese mono que, aunque se vende por separado, vale poco menos que nada si no está acompañado de Barbie. Una gran interpretación del actor Ryan Gosling.
Convocatoria rosa
A raíz del estreno de "Barbie", la película, salieron a la luz un par de casos curiosos. Dos hombres respondieron a una convocatoria no escrita para asistir vestidos de color de rosa al cine. El primero, un padre de familia que fue más allá de lo esperado y lució leotardo y tutú, combinados con botas y sombrero tejano, logrando así una imagen deliberadamente ridícula y festiva que fue muy celebrada por los internautas como un gesto de amor para con su pequeña hija, a la que acompañó al cine. Resultado de lo anterior se ha vuelto un serio contendiente al título del padre del año y ha renovado la expresión “frágiles masculinidades”.
No corrió con tanta suerte un joven con evidente sobrepeso (igual que el padre antes citado), quien decidió asistir al estreno con un conjunto mucho más discreto, pero igual de rosa y ajustado. El asunto es que la imagen de este joven terminó colgada en internet sin que él se hubiera percatado, y por ella recibió burlas y hate al grado de que, como él mismo cuenta, ni siquiera pudo disfrutar de la película y publicó un video donde se quejó amargamente por dicha situación.
Ambos fenómenos virales ponen de manifiesto aquello que, "Barbie", la película, ironiza: los valores sociales con los cuales mujeres y hombres nos dirigimos en el mundo. En esto último habrá de mencionarse que hoy, hay que tomar en cuenta dos mundos: uno al que llamaremos “real” —solo por fines explicativos— y otro, que llamaremos virtual. Hemos de suponer que, aquellas personas que virtualmente opinaron sobre los casos mencionados, no se hubiesen animado a hacerlo de frente en el “mundo real”. Ambos hombres serían motivo de lo que conocemos como bullying, pero vivimos en el mundo de Barbie, donde nos basta un pequeño indicio para sostener un ideal, en este caso el que la entidad psíquica llamada Yo requiere; así como el de la necesidad de destruir “eso otro” con lo que el Yo no se identifica.
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