Rafael Alfonso
Desde el inicio de la experiencia humana, el amor es sin duda uno de los temas más recurrentes y apasionantes. Poetas, filósofos y artistas han intentado desentrañar su misterio y expresar sus profundidades, porque el amor no es simplemente un idílico sendero de felicidad como a menudo se nos presenta en las telenovelas y canciones románticas; antes bien, es un terreno donde se desafía constantemente al alma, exigiéndole flexibilidad, adaptación y responsabilidad.
Comencemos por apuntar que el amor, ha sido crucial para la supervivencia humana. Nuestros lazos afectivos no se extinguen con las temporadas de reproducción y crianza, como ocurre con la mayoría de los vertebrados, sino que dichos lazos se sofistican y se prolongan, incluso trascendiendo el tiempo y la distancia. Esta sofisticación del afecto nos ha permitido procurarnos cuidados y satisfactores inéditos para el mundo animal.
Amar y querer: el desafío del amor
Todos hemos experimentado la necesidad de amar y ser amados y nos tiramos al sufrimiento ante su carencia, sin reparar en que el amor es un desafío constante a nuestra inteligencia y sensibilidad. Todos, en algún momento de la vida, hemos buscado o esperado el amor, pero ¿hemos reflexionado lo suficiente sobre lo que esto implica? Para comprender sus efectos en nuestra psique, debemos partir de que el amor no es simplemente querer o desear a otra persona. Como lo plantea el popular éxito discográfico de José José, existen diferencias significativas entre "amar" y "querer". Y aquí vamos a decir una obviedad: amar implica una dimensión más profunda y compleja que el simple deseo de satisfacer nuestras necesidades. ¿Estamos dispuestos a llegar a esta dimensión?
Cuando amamos, también debemos hacer espacio para las emociones, motivaciones y expectativas de la persona amada. Esta disposición a ceder parte de nuestro espacio emocional y psicológico al otro puede ser perturbadora para la instancia psíquica llamada Yo, especialmente si no está acostumbrada a salir de su zona de confort.
Renuncias y sacrificios
El amor también implica renuncias. Cada vez que amamos, estamos tomando la decisión consciente de compartir nuestra vida con otra persona. Esta decisión conlleva la renuncia a ciertas libertades individuales y la adopción de compromisos que pueden ser incómodos y difíciles de cumplir. Los psicoanalistas, a menudo se refieren a este proceso como la renuncia del narcisismo primario, que es la fase en la que un individuo se enfoca principalmente en sí mismo.
La renuncia a este estado narcisista no es simple. Requiere una reorganización profunda del individuo. Cuando amamos, comenzamos a dar prioridad a las necesidades del otro sobre las nuestras, lo que puede ser desafiante para el Yo. A menudo, esto se manifiesta en forma de sacrificios conscientes como renunciar al uso libre de nuestro tiempo y de nuestros recursos económicos, e incluso a ciertos aspectos de nuestra propia identidad para satisfacer las necesidades del ser amado.
Esta renuncia al impulso narcisista puede ser especialmente perturbadora, ya que nos confronta con una realidad ineludible: somos seres finitos y limitados. La autoestima y la identidad personal también se ven sacudidas por la experiencia del amor, ya que implica una vulnerabilidad que a menudo preferiríamos evitar.
¿Quieres saber más? Escúchanos este viernes a las 12:00 del día en "La hora del deseo", por Radio Univas. Pide informes a los teléfonos 951 244 7006/951 285 3921.
