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El asesinato de Consuelo Bregua, "La Alemana"

Foto(s): Cortesía
Aleyda Ríos

El 24 de julio de 1909, en Coruña, Galicia, España, fue asesinada a balazos Consuelo Bregua Blanco, de 28 años, prostituta y pareja sentimental desde los 13 años de José Munz, alias el Alemán, éste último es acusado de ser el autor del homicidio motivado por los celos.

La violenta muerte de la mujer

En la mañana del 25 de julio de 1909, comienza a circular por Coruña la noticia: En su habitación del número 4 de la calle del Curro ha aparecido muerta Consuelo Bregua Blanco, de 28 años.

La víctima presentaba dos heridas de bala. Vestía falda rosa, chambra blanca y zapatillas. Consuelo fue encontrada sentada sobre un sofá, apoyada la cabeza sobre un lado y los brazos colgados. ¿Se trataba de un crimen o de un suicidio?

Pasión tempranera

 
Desde que tenía 13 años de edad, Consuelo mantuvo relaciones con el joven José Munz, hijo de una familia alemana afincada en Coruña. La madre de Consuelo, doña Manuela, era una modesta vendedora de castañas.

Las relaciones de Consuelo y José pronto se hicieron famosas, pues, aparte la exótica belleza de ella, a la que pronto se conoció como la Alemana, mantenían frecuentes peleas en las que tuvieron, a veces, que intervenir los agentes de la autoridad.

Hubo un tiempo en que Munz se cansó y se fue a América en un barco.

Consuelo se dedicó entonces a la prostitución. Cuando Munz volvió de América se reconcilió con Consuelo. Tres semanas antes de la muerte de la joven, tuvieron una fuerte discusión. Cuentan los vecinos que el Alemán la golpeó de tal forma que ella imploró socorro a gritos. Consuelo, temiendo nuevas palizas, se marchó al día siguiente para Lugo y allí permanecería hasta ocho días antes de su muerte.

El mismo día en que regresó a Coruña, volvió a reconciliarse con Munz.

Descubrimiento del cadáver

A las siete de la mañana del día 25 de julio fue descubierto el cadáver. César Pardo, de 9 años, sobrino de Consuelo, que vivía en el piso de abajo, subió a verla. Vio a Consuelo tumbada sobre un sofá y la creyó dormida. Cogió un bastón y bajó a jugar con él a la calle.

Su madre salió entonces para el hotel en donde trabajaba, y al verle le dijo que subiese el bastón. Así lo hizo y al verla de nuevo tumbada en el sillón comenzó a llamarla, viendo entonces que tenía la cara ensangrentada. Llorando fue a llamar a su madre.

Poco después acudió el Juzgado de Instrucción que, tras examinar el lugar, ordenó el levantamiento del cadáver. Junto a éste, había un papel con un recado escrito por Consuelo, en las que decía que estaba cansada de la vida y que se iba a suicidar. Al pie de una mesita se hallaba un revólver Smith con cinco casquillos, dos vacíos.

En medio de la sala había una mesa con un guiso, y al lado dos platos y cubiertos. Uno de los platos estaba limpio y el otro con restos de comida.

Detención del Alemán 


A pesar de la carta encontrada, el juez dio la orden de detener a José Munz. En sus declaraciones ante el juez, Munz negó que él hubiese cometido crimen alguno y negó que el revólver fuera suyo.

Reconoció, eso sí, que la noche anterior había estado en casa de Consuelo, que se había negado a cenar en vista de que no tenía vino y permaneció poco tiempo en la casa, saliendo después a la calle. A las once fue a consumir bebidas alcohólicas al kiosco de Ramón Cayero, donde estuvo hasta la una de la madrugada, marchándose entonces a casa de sus padres. 

Primeras investigaciones

Un niño de 12 años, Juanito Méndez, vecino del número 3 de la travesía del Curro, declara que a las seis de la tarde del día 24 Consuelo le encargó fuese a buscar a una tienda una botella de cerveza y un cuartillo de vino. Cuando subió a dejárselo vio a Consuelo con Munz. 

Manuel García, quien tiene su taller en la casa contigua y que se quedó el día 24 trabajando hasta tarde, vio entrar también a Munz en la casa de Consuelo.

Antonia Fidalgo, sirvienta del primer piso del número 30 de la calle del Curro, dijo que la noche del sábado vio a Consuelo en el umbral de la cama. A su lado había un hombre. Reñían fuerte. Y él le decía: «Mira, Consuelo, ¡cállate o te mato!».

El médico Fraga manifestó que la muerte de Consuelo había ocurrido a las dos de la madrugada del día 25, lo que contrasta con el testimonio de los vecinos de oír el ruido extraño sobre las diez y media de la noche del 24.

Los forenses Paradela y Fraga, admitieron tanto la posibilidad del suicidio como la del homicidio. 

A su vez, los médicos Barbeito y Villardefrancos, dieron como muy posible la tesis del suicidio, aunque sin rechazar el homicidio.

A continuación, los peritos calígrafos aseguraron que la carta que apareció junto al cadáver llevaba letra de Consuelo, aunque algo alterada.

El día 28, el juez eleva a prisión la detención provisional de José Munz. 

Intervención del fiscal

El juicio dio comienzo el 22 de mayo de 1912. En su intervención, el fiscal afirmó que en la noche del 24 al 25 de julio de 1909 fue muerta Consuelo Bregua.

Se relatan sus relaciones con Munz desde que Consuelo tenía 13 años. Los amores fueron al principio lícitos. Después degeneraron en riñas, pendencias y agresiones.

Narra después el fiscal el hecho de autos y atribuye a Munz la muerte de Consuelo, disparándole dos tiros. Rechaza la hipótesis del suicidio. 

La defensa rechaza lo asentado por el fiscal, ya que sostiene que Munz no tuvo la menor intervención en el hecho.

Desfile de testigos

Declaran otros testigos, como Manuel Taracido, el armero, quien recuerda que Consuelo le compró un revólver Velo-Dog; Carmen Cao y Josefa Adega, declaran que Consuelo llegó un día junto a ellas y les dijo que había comprado un revólver para matar a Munz; y Julián Guerra, que oyó decir a la víctima que iba a matar a una chica que salía con el Alemán.

El secretario de la sala lee la presunta carta escrita por la víctima antes de su muerte: «Señor juez: No culpen a nadie de mi muerte, que estoy aburrida de la vida. Hoy sábado, me mato. Adiós. Un beso a mi madre. Adiós. Consue… Bregua».

Intervención de la defensa

El viernes 24 dio comienzo la tercera sesión. El abogado defensor dijo que Consuelo fue víctima de sí misma y de su enfermedad (padecía tuberculosis). Ella misma se quitó la vida.

Aseguró que Munz estaba en el kiosco tomando bebidas alcohólicas cuando se produjo el suicidio. Eso es lo que se deduce de las declaraciones de los propios testigos, no de los de la defensa sino de los de la acusación. Asienta que Munz entró en casa de Consuelo a las nueve de la noche y salió a las nueve y media, sin que en ese espacio de tiempo se hubiesen oído disparos.

Estos sonaron, según tres testigos, a las diez de la noche. Según otros a las diez y media y el que más lo alarga fue a las once de la noche.

La sentencia

A continuación el presidente de la Sala, anunció la pregunta a consideración del Jurado:

1.- José Munz Strick ¿es culpable de en la noche del 24 al 25 de julio de 1909 haber disparado con un revólver dos tiros a Consuelo Bregua en su casa del número 4 de la calle del Curro? El Jurado Popular responde: "Sí".

El Tribunal dicta sentencia. «Se condena a José Munz Strick como autor de un delito de homicidio, a la pena de 15 años de reclusión y 2.000 pesetas de indemnización a la familia de la víctima».

 

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