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Macabrón: Bruce McArthur, el jardinero que mat@b4 homosexuales

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Agencias

Nacido el 8 de octubre de 1951 en la pequeña localidad canadiense de Argyle (próxima a Kawartha Lakes), Thomas Donald Bruce McArthur se crió en una granja con una devota familia donde su madre, católica irlandesa, y su padre, presbiteriano escocés, educaron tanto a sus hijos biológicos como a los de acogida (llegaron a tener hasta diez) bajo una férrea fe en Dios.

Aquella circunstancia provocó que Bruce ocultase su orientación homosexual desde una edad bien temprana, sobre todo ante las continuas burlas de su padre, que percibía cierta feminidad en su vástago.

Esto supuso una fuerte represión sexual por parte del pequeño, que llegó a considerar la homosexualidad como algo anormal y antinatural.

De hecho, terminó por casarse con su novia del instituto, Janice Campbell, a los 23 años, y tuvieron dos hijos.

La siguiente década, Bruce tuvo una amplia vida laboral: fue dependiente en unos grandes almacenes, comercial para una empresa de calcetines, e incluso, representante de merchandising en una compañía textil.

Además, acudía con regularidad a la iglesia para purgar sus sentimientos homosexuales, hasta que comenzó a tener relaciones íntimas con hombres a principios de los noventa. Un año después, Bruce le contó la verdad a su mujer.

Janice aceptó esa doble vida y ambos optaron por seguir viviendo juntos mientras trataban de solucionar sus problemas económicos. No lo consiguieron y, en 1997, Bruce se mudó a Toronto, donde por primera vez frecuentó los bares del Village, el barrio gay de la ciudad, conoció a otros gais y tuvo su primer novio formal.

 

Pero el 31 de octubre de 2001, horas antes de la celebración de Halloween, Bruce asaltó al actor y modelo Mark Henderson, con quien había quedado esa misma tarde en su apartamento.

Sin motivo aparente, el agresor cogió una barra de metal y la emprendió a golpes hasta que la víctima se desmayó. Mark sufrió lesiones graves en la cabeza y gran parte del cuerpo, y necesitó varios puntos de sutura. Pero sobrevivió.

Horas después, Bruce se entregó a la policía y fue condenado a 729 días de prisión, aunque la pena fue conmutada por un año de arresto domiciliario. Los informes psiquiátricos certificaron que había un riesgo bajo de reincidencia.

Tras la condena, Bruce se centró en buscar trabajo como jardinero y paisajista en las zonas de Leaside y Mallory Crescent: operaba como autónomo con su propia empresa, Artistic Designs. Sus clientes eran generalmente ancianas adineradas, que veían en él a un hombre “eficiente, amable y generoso”.

Nadie de su entorno laboral sabía que Bruce era homosexual, ni que regentaba el Village de Toronto, o que estaba registrado en aplicaciones de citas para gais como Grindr, Grwolr o Silverdaddies. Aunque algunos de sus ligues llegaron a trabajar con él en su empresa, el jardinero prefería no dar explicaciones sobre su vida privada.

Eso sí, sus allegados coincidían en que siempre le rodeaban hombres de ascendencia asiática o del Medio Oriente. De hecho, esto se convertiría en su particular obsesión de cara a la selección de futuras víctimas.

A esto se sumaba que tuvieran una estética “oso” (apelativo que se utiliza para describir a homosexuales con rasgos muy masculinos, como la barba) y que les gustase el BDSM. Es decir, las prácticas sexuales de dominación, sumisión, sadismo y sadomasoquismo.

Víctimas vulnerables

Por otro lado, Bruce se aseguró de que dichas víctimas fuesen especialmente vulnerables: o bien porque tenían una doble vida y vivían a ojos de la sociedad como hombres heterosexuales con mujer e hijos mientras a escondidas se creaban perfiles en apps para gais, o bien porque no disponían de un domicilio fijo y, por tanto, nadie iba a denunciar su desaparición.

Así fue como el 6 de septiembre de 2010 Bruce inició su particular cacería.

Su primera víctima fue Skandaraj “Skanda” Navaratnam, un refugiado tamil de Sri Lanka de 40 años, sin familia en Canadá, y que trabajaba para Bruce en el negocio de la jardinería.

El 28 de diciembre de ese mismo año, Bruce mató a Abdulbasir “Basir” Faizi, un inmigrante afgano de 42 años, cuyo vehículo fue encontrado en una zona de cruising próxima al barranco de Beltline Trail.

Muy cerca de allí y tras la captura del jardinero años después, se localizaron los restos de Majeed “Hamid” Kayhan, un refugiado afgano de 58 años, divorciado y con un hijo, desaparecido el 18 de octubre de 2012. Víctima y victimario habían coincidido en un bar de ambiente del Village por aquellas fechas.

Días después de este último crimen, la policía formó un grupo de trabajo, al que denominó Proyecto Houston, para resolver la desaparición de Skandaraj: creían que había sido asesinado.

Durante el siguiente año, se encontró una conexión entre los tres casos por una cuestión geográfica y de estilo de vida, y se interrogaron a personas relacionadas con las víctimas.

Bruce se encontraba en esta lista por su vínculo laboral con Skandaraj, además de por frecuentar el mismo bar que Majeed. Pero el jardinero nunca fue tratado como sospechoso, sino como un testigo más.

De ahí que no comprobaran sus antecedentes penales que, por esas fechas, todavía no habían sido eliminados de su historial.

Durante el interrogatorio, el asesino negó cualquier relación sentimental con dichos hombres y la policía prosiguió investigando.

Después llegaron los asesinatos de Soroush Mahmudi, un inmigrante iraní, casado y de mediana edad; Kirushna Kumar Kanagaratnam, refugiado tamil de 37 años; y Dean Lisowick, un inmigrante ilegal de 43 años. Todos ellos fueron asesinados entre agosto de 2015 y abril de 2016.

Dos meses después del último crimen, un hombre denunció a la policía que un amante casual le había intentado estrangular en un parking, pero no encontraron motivos razonables para acusarlo. El agente al mando ni siquiera tomó fotografías de las lesiones de la víctima ni grabó su testimonio. Todo quedó como una disputa de violencia doméstica.

Con un sentimiento de absoluta impunidad tras haberse librado nuevamente de la cárcel, el 20 de marzo de 2017 el jardinero mató a Selim Esen, un ciudadano turco de 44 años y sin domicilio fijo, y, el 26 de junio de 2017, Andrew Kinsman, un conocido camarero de la Village de 49 años, corrió la misma suerte que el resto. Sin embargo, la desaparición de Andrew supuso un antes y un después en la búsqueda del responsable.

La comunidad gay de Toronto criticó duramente a las autoridades por su nefasta investigación sobre la desaparición de hombres homosexuales en los últimos siete años.

Unas semanas más tarde, se creó el Proyecto Prisma, otro grupo de investigación policial que se dedicó exclusivamente a esclarecer los hechos.

Los agentes buscaron cualquier dato o persona relacionada con el último desaparecido, Andrew Kinsman, y hallaron una prueba circunstancial: el nombre de “Bruce” anotado en el calendario de la víctima para el mismo día 26 de junio. 

Además, una cámara de seguridad captó la imagen de la víctima subiendo a un vehículo rojo. La policía descubrió que se trataba de una Dodge Caravan 2004 y, aunque había más de 6.000 modelos similares en Toronto, tan solo cinco estaban registrados bajo el nombre de Bruce y solo uno correspondía al año 2004. Acababan de encontrar al homicida.

En las siguientes semanas, se procedió al rastreo masivo del teléfono, las redes sociales y las aplicaciones de citas para gais que utilizaba el sospechoso, por el cual se obtuvieron suficientes “pruebas circunstanciales” -lo involucraban en al menos cinco desapariciones- para emitir la orden de arresto. 

A principios de 2018, el juez concedió el auto de detención y se efectuó un dispositivo de vigilancia con unas instrucciones claras: proceder al arresto inmediato del jardinero si se encontraba “a solas o con alguien”.

In fraganti

El 18 de enero, Bruce se citó en su apartamento con John, un hombre casado de Oriente Medio, al que había conocido por una app.

Tras suministrarle popper, procedió a encadenarlo a la cama, taparle la cabeza con una bolsa y comenzar el ritual BDSM que habían apalabrado previamente.

Sin embargo, cuando el asesino tenía previsto un final más macabro para su ligue, la policía derribó la puerta e impidió el fatal desenlace.

Una vez detenido, Bruce confesó los ocho asesinatos y señaló los lugares donde se había deshecho de los cadáveres: enormes jardineras y maceteros colocados en las propiedades de sus clientes.

Durante varias semanas, un grupo de perros de rescate se dedicó a localizar la ubicación exacta de los cadáveres mientras los forenses descongelaban el suelo helado y extraían los restos para analizarlos.

El 28 de enero de 2019 se inició el juicio contra Bruce McArthur acusado de ocho cargos de asesinato en primer grado.

“Los maté a todos”, dijo mientras el fiscal leía en voz alta los nombres de todas las víctimas. Una frase que volvió a utilizar durante su declaración en el estrado. No había duda alguna de su culpabilidad y el juez John McMahon lo condenó a ocho cadenas perpetuas simultáneas y sin posibilidad de libertad condicional hasta pasados 25 años. Para entonces, ya habrá cumplido los 91 años.

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