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La historia de Cristina Soledad Sánchez, la Matataxistas de Nuevo León

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Foto(s): Cortesía
Luis Ángel Márquez

Agencias

Cristina Soledad Sánchez Esquivel, apodada también “La Plomera”, fue capturada el 4 de junio del 2010 por policías de García, Nuevo León, un taxista, de 62 años, la acusó por robo de su vehículo y agresión.

En ese momento él no lo supo pero estuvo a segundos de ser asesinado, como le ocurrió a, por lo menos, otros seis hombres, cinco eran taxistas.

En febrero de 2010 comenzaron a reportarse desapariciones de varios taxistas en la zona. Nadie sospechó que tuvieran relación alguna, pero todos se hallaban en un mismo lugar: “la boca del diablo”.

Un hombre que sobrevivió al ataque de Cristina Soledad, “La Matataxistas”, y narró a un noticiero la amarga experiencia de la que fue protagonista.

El hombre de 54 años, habitante de la colonia San Pedro 400, describió que luego de haber sido golpeado, la agresora, junto con sus cómplices, trataron de asesinarlo a navajazos y lanzarlo a la fosa, pero no pudieron. Luego de ser encerrado en la cajuela del vehículo, la víctima logró escapar sin que se dieran cuenta y corrió por ayuda.

La policía buscó a la agresora y la encontró con el auto. La hicieron confesar su responsabilidad, pero para la sorpresa de los investigadores, este no era su único crimen.

Ante las cámaras, la mujer robusta de 31 años tenía una mirada apacible, su semblante tranquilo contrastaba con su narración sobre los crímenes: “los picaban y los echaban al pozo”.

Según la versión que ella dio, sólo se encargaba de ser el señuelo de los taxistas para llevarlos con sus cómplices donde ellos los mataban y los desaparecían en un pozo de agua en medio de un cerro intransitable.

Sus vecinos la señalaban como una madre abnegada y responsable: “ella siempre era muy trabajadora y luchaba para que sus niños estuvieran bien”, dijo uno en una entrevista con Univision.

Cristina Soledad dijo que su pareja, Aarón Herrera Hernández, de 27 años de edad, se lo habría ordenado y contaba además con la participación de otro joven menor de edad, de sólo 15 años.

Sin embargo, cuando ellos declararon, la señalaron de fraguar con lujo de detalle el plan para atraerlos, asesinarlos, “desaparecerlos” y luego vender sus autos en 20,000 pesos.

El modus operandi de la matataxistas paso a paso

Aarón Herrera Pérez, alias “El Azteca”, actual pareja de Cristina fue capturado algunos días después, el 11 de junio, en la maderería donde laboraba en Coahuila, y fue presentado en las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia.

Aarón detalló la forma cómo mataban a sus víctimas, narró la extrema violencia de Cristina Soledad Sánchez, y aseguró que recibía 300 pesos por participar en los asesinatos.

“Si mi hijo mató, tiene qué pagar. Mi hijo es un chavo bueno, nunca se metía en problemas con nadie, pero esa tal vieja, la Cristina, lo metió en problemas… nunca noté que pensara de esa forma, me refiero en hacer esos actos tan malos… mi muchacho era muy chambeador, le gustaba trabajar en la construcción, era ayudante de albañil y trabajaba en la maderería Crystal”, dijo el padre de “El Azteca” a un noticiero mientras lloraba por su hijo.

Un mismo perfil: hombres delgados de edad avanzada

La mayor parte de las víctimas pasaban de los 50 años y todos eran delgados.

Martín Tovar de 39 años era novio de Cristina, su madre y hermana identificaron a la mujer cuando la vieron en la televisión tras confesar sus crímenes y temieron lo peor ya que no lo habían visto varias semanas atrás; imaginaban que habría salido a trabajar fuera del estado, sin embargo también se hallaba entre las víctimas.

Omar Pérez Velásquez, de 31 años, avecindado en la colonia Privadas La Torre, a quien sus familiares reportaron como desaparecido el 28 de mayo ante la Fiscalía General del estado de Coahuila, fue hallado finalmente en ese pozo, muerto y en estado de descomposición.

Abel Mendoza Hernández, de 68 años, también se halló en el hoyo, él fue identificado con una credencial de elector y una fotografía de su nieta, que la familia reconoció de inmediato, antes de que les dieran las pruebas de ADN.

José Alfonso Quiroz, también era taxista y fue a parar en el hoyo de la muerte, al igual que Gregorio Escamilla de 49 años y Lorenzo Alemán.

El relato que más causó conmoción fue que uno de los taxistas fue arrojado vivo a la fosa de agua y drenaje, según reveló la acusada durante los interrogatorios a los que fue sometida por la Policía Ministerial.

Cristina Soledad Sánchez Esquivel detalló con lujo de detalle que el taxista presuntamente se atoró y empezó a gritar que lo ayudaran; pero sus compinches le arrojaron varias piedras en la cabeza hasta que presuntamente lo mataron, si no, por lo menos dejó de gritar.

Su infancia rota: abusos y sed de venganza

Cristina Soledad Sánchez Esquivel nació en 1979, Nuevo León, su vida transcurrió en medio carencias y abusos.

Creció en el seno de una familia pobre, durante su niñez fue víctima de abusos sexuales en múltiples ocasiones. Ella reveló que entre los primeros abusos sexuales fueron de su padre biológico.

Quedó embarazada a temprana edad, dando a luz a su primera hija a los 16 años de edad, de nombre María Guadalupe, ésta tenía 15 años para el momento de que su madre fue arrestada.

Procreó otros cinco hijos más - tres mujeres además de María y dos varones - siendo el menor de tan sólo cinco años de edad para el momento del arresto.

Adrián de la Garza, director de investigaciones de la procuraduría del estado, relató que Cristina había abandonado a sus hijos y los había dejado a cargo del esposo y que vivía con otra pareja. Esa persona era Martín, con quien vivió sólo tres meses antes de que lo matara, él pudo ser su primera víctima. Lo conoció trabajando en obras de albañilería como plomera, al igual que a su segundo amante Aarón, quien se convirtió en su cómplice.

Una fuente de la Procuraduría Estatal de Justicia, explicó que en los exámenes psicológicos practicados a la matataxistas Cristina Soledad Sánchez Esquivel, señalaron que era una persona en aislamiento, con una actitud anti-social, frialdad afectiva, insensible al dolor ajeno, no mostró arrepentimiento y con una marcada tendencia al sadismo.

Las conclusiones de éste dictamen dicen, que a Sánchez Esquivel, se le observa un mismo patrón de conducta criminal, presentando además, una actitud de venganza, en contra del genero masculino.

“La boca del Diablo” donde echaban los cuerpos

La boca del Diablo o “el pozo de la muerte”, era un pozo de agua de tan sólo 45 centímetros, que se encontraba en el cerro del Frayle, sobre un paraje sobre la carretera a Icamole, a unos 5 kilómetros de la cabecera municipal de García.

Aquí, en terreno inhóspito y bajo un calor abrasador que ronda los 39 grados, los asesinos de al menos cinco trabajadores del volante estaban seguros que el desierto sería su cómplice perfecto.

Dice el dictamen, que sí está ubicada en tiempo y espacio; tiene un patrón de vida a causa de vejaciones, desamor, frustración y abandono personal.

En los archivos criminales de la Procuraduría de Justicia Estatal, esta mujer cuenta con antecedentes penales, pues ya ha sido procesada por los delitos de lesiones que fueron provocadas por puños y arma gris, es decir, con piedras.

No saldrá de prisión

Dos menores fueron presentados ante las autoridades de Justicia para Adolescentes como presuntos cómplices de la mujer que participó en el asesinato de varios taxistas; pero ambos se encuentran libres.

El Roly, un menor de 13 años que la Procuraduría Estatal implicó en el presunto asesinato de cuatro taxistas de García y Saltillo, fue liberado pues no se le comprobó participación en los hechos.

Un hermano de este menor, de 15 años, es el que según la Agencia Estatal de Investigaciones, acuchilló a los taxistas junto con Cristina, sin embargo fue exonerado con el tiempo.

En el mes de agosto de 2010, un juez del municipio de San Pedro Garza García, condenó a 195 años de prisión a Cristina Soledad Sánchez, “La Matataxistas”, por los delitos de robo con violencia, asociación delictuosa, homicidio doloso y violación a las leyes de inhumación y exhumación.

Sin embargo, en mayo de 2014, tras la apelación de sentencia, se le otorgó una disminución de 65 años y 11 meses de cárcel.

A pesar de la disminución, tanto Cristina como Aarón tendrán que pasar en un reclusorio 50 años, que corresponde a la pena máxima que puede estar un sentenciado en un penal de acuerdo con el Código Penal vigente cuando se cometieron los delitos. Por supuesto, ambos separados.

 

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