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"La Bestia", el criminal con casi 200 víctimas letales: todos menores

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Foto(s): Cortesía
Redacción

CNN

Luis Alfredo Garavito, conocido como 'La Bestia', se considera uno de los asesinos seriales de niños más peligroso del mundo. Ha sido calificado como un depredador de menores que abusó sexualmente y asesinó a casi 200 niños en la década de 1990. Hoy en día purga 40 años en la prisión "La Tramacúa" de Valledupar, una ciudad al norte de Colombia.

Luis Alfredo Garavito nació, mejor conocido como "La Bestia" nació en 1957 como el primogénito de una familia que crecería con otros seis hijos en Génova, departamento del Quindío en plena zona cafetera de Colombia. Su infancia, según lo que registró el escritor Harold Schechter en su libro "The Serial Killer Files" ("Los archivos de asesinos en serie"), estuvo marcada por el abuso y la violencia. Schechter explica que Garavito fue “sometido a golpizas brutales y constantes por su padre alcohólico” y “violado por dos vecinos adultos”. De ahí que haya crecido como una persona alcohólica y depresiva con tendencias suicidas.

A finales de los 80, empezó a cambiar de residencia, tras haber pasado por un centro de tratamiento psiquiátrico.

Desde la década de 1990, Garavito empezó a sembrar el terror en Colombia. Atraía a sus víctimas haciéndose pasar por vendedor ambulante, monje, indigente, persona en condición de discapacidad o incluso representante de fundaciones falsas para ancianos y niños, con el objetivo de tener acceso a las escuelas, según lo informó en 1999 el entonces fiscal general del país, Alfonso Gómez Méndez, meses después de capturar a este hombre. “Esto no tiene precedentes en Colombia”, sostuvo el funcionario.

Schechter apunta a que “La Bestia” primero se ganaba la confianza de niños entre los 8 y 16 años con su empatía, charla y a menudo comprándoles alcohol o dándoles algo de dinero. Después empezaba a ejecutar su macabro plan, invitando a los menores a dar un paseo por zonas rurales. “Cuando los niños empezaban a cansarse, Garavito lanzaba el ataque. Los amarraba con nylon, los violaba, mutilaba y después les cortaba la garganta o los decapitaba”, escribió el autor.

Se trata de una versión que ratificó el entonces fiscal Gómez Méndez en 1999, cuando habló del escabroso caso. “Los cuerpos fueron decapitados y mostraban señales de haber sido atados y mutilados”, sostuvo y agregó que Garavito antes bebía mucho y luego ataba a los niños. Los restos de sus víctimas se descubrieron en más de 60 lugares de Colombia. Y Garavito tenía un perfil claro: la mayoría eran hijos de vendedores ambulantes a los que sus padres descuidaron en algún momento en parques, semáforos o que pedían dinero en las calles. En pocas palabras, niños de bajos recursos, algunos de los cuales incluso vivían en la calle, según Schechter.

El crimen por el que atraparon

Durante mucho tiempo, las autoridades de Colombia creyeron que esta ola de desapariciones y asesinatos de niños, en cuyos casos también tenían señales de abuso, correspondían a algún ritual satánico. Hasta noviembre de 1997 se descubrieron los restos de al menos dos docenas de niños en un barranco y en un lote cerca de Pereira, ciudad de la región central de cultivo de café. Ese hecho llevó a que las entidades investigadoras crearan un grupo nacional de trabajo que encontró similitudes entre los casos de todo el país.

Las autoridades dieron con su nombre y emitieron una orden de captura por el homicidio de un niño en la ciudad de Tunja, en el centro de Colombia. Pero para ese momento, Garavito se movía frecuentemente de lugar y ya tenía un nuevo nombre: Bonifacio Morera Lizcano.

¿Cómo lo encontraron entonces? Primero fue en la ciudad de Villavicencio, también en el centro del país. La Policía lo capturó en 1999 cuando intentaba abusar de un menor. La Fiscalía ya venía cruzando información con sus diferentes departamentos para actualizar los registros y estar alerta de cualquier hecho similar al del hallazgo de Pereira. Fue por esta razón que cuando compararon el registro fotográfico de Garavito y Morera, se dieron cuenta de que era la misma persona. Para ese momento, Garavito era un vagabundo con un largo historial de enfermedades mentales.

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