Gary Heidnik, el coleccionista de mujeres y su “granja de bebés” | NVI Noticias Pasar al contenido principal
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Gary Heidnik, el coleccionista de mujeres y su “granja de bebés”

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Foto(s): Cortesía
Redacción

Nacido en los suburbios de Eastlake (Cleveland, Ohio) el 22 de noviembre de 1943, Gary Michael Heidnik sufrió el traumático divorcio de sus padres cuando apenas tenía tres años. Aunque hasta 1950 Gary y su hermano pequeño Terry vivieron con su madre Ellen, el hogar materno se volvió difícil debido a los problemas de alcoholismo de la mujer. En la casa paterna tampoco mejoró. Michael, que también se había casado en segundas nupcias como su exmujer, fue un hombre violento y maltratador que abusaba física y psicológicamente de sus hijos. Especialmente de Gary.

Ante el clima que le rodeaba, el padre decidió enviarlo con 14 años a una academia militar. Dos años después, Gary regresó al colegio, aunque al poco tiempo prefirió dejar las clases y alistarse en el ejército para servir a su país. Tenía 17 años.

Los siguientes trece meses de entrenamiento, el adolescente obtuvo un expediente intachable y terminó su formación como médico militar en San Antonio (Texas). Su primera misión fue en el 46º Hospital Móvil Quirúrgico del Ejército Norteamericano en la ciudad alemana de Landstuhl, hasta que en octubre de 1962 le diagnosticaron trastorno esquizoide de la personalidad, por el cual tenía que medicarse con trifluoperazina (un antipsicótico). Con este diagnóstico, el ejército le dio de baja con honores y le concedió una pensión de invalidez completa.

Pero la salud mental de Gary comenzó a ser inestable: pasó por varios psiquiátricos y se intentó suicidar en trece ocasiones. El muchacho sólo encontró cierta paz en octubre de 1971 al fundar su propia congregación religiosa, la Iglesia Unida de los Ministros de Dios, donde ejercía como predicador en la North Marshall Street, de Filadelfia.

El predicador

El predicador utilizaba a pacientes con discapacidad mental de un psiquiátrico cercano, el Instituto Elwyn, para captar a sus potenciales fieles. Gracias a su carisma, simpatía y “bonita sonrisa” conseguía que el sector femenino del centro lo acompañase a la iglesia. Una de ellas fue Anjeanette Davidson, que inició una relación sentimental con Gary y, dos años después, dio a luz a su primer hijo en común.

En marzo de 1978, el charlatán fue detenido por secuestrar, violar, sodomizar y torturar a la hermana de su novia, Maxine, a la que sacó sin permiso del Instituto Elwyn para retenerla en el sótano de su casa durante diez días. Cuando la policía la encontró, la mujer estaba aterrorizada y llena de sangre. Gary pasó tres años en una institución mental tras ser acusado de secuestro, violación, privación de la libertad e interferir en la custodia de una persona interna.

Gracias a su buen comportamiento y a ese “silencio sepulcral” con la que las autoridades describieron a Gary, el predicador salió en libertad bajo supervisión estatal en 1983. Una vez en la calle, empezó una nueva vida: se compró una casa en el 3520 de North Marshall Street, un Rolls Royce y un Cadillac, y se dio de alta en una agencia matrimonial para buscar pareja.

Allí conoció a Betty Disto, una filipina recién llegada a los Estados Unidos con quien contrajo matrimonio el 3 de octubre de 1985, tan solo un mes después de conocerse. Sin embargo, el comportamiento abusivo y violento del predicador salió pronto a la luz. En ocasiones, Gary obligaba a su esposa a mirar mientras él tenía relaciones sexuales con otras mujeres. Su único objetivo era hacer daño. Además, solía violarla a menudo y cometía toda clase de abusos psicológicos.

El matrimonio terminó en enero de 1986 cuando la comunidad filipina en Filadelfia la ayudó a escapar de aquel tormento. Por entonces, la mujer se había quedado embarazada, circunstancia que Gary no supo hasta que inició los trámites de divorcio. Con este segundo niño, el predicador tuvo un tercero, Gary Jr, después de abusar sexualmente de una de sus feligresas, Gail Lincow. Pero el pequeño fue enviado a un hogar de acogida.

El hecho de no poder ver ni tratar con ninguno de sus tres hijos, hizo que Gary se plantee “dejar embarazadas a diez mujeres para poder formar su propia familia”. Su única obsesión era “tener una raza perfecta de hijos de estas mujeres”, explicó Chuck Peruto, abogado defensor del criminal. A partir de ahí, planeó el modo de construir su propia “granja de bebés” hasta convertirse en el conocido “sembrador de bebés”.

Para ello transformó el sótano de su casa en una mazmorra: tapió las ventanas y las aisló para evitar que se escucharan los gritos de sus víctimas, ancló cadenas a las paredes, compró candados y forjó un pequeño pozo en el suelo. Una vez lista la casa de los horrores, Gary sacó su Rolls Royce en busca de la primera mujer.

 

 

Al pozo

El 25 de noviembre de 1986, el predicador encontró a Josefina Rivera, una prostituta de 25 años, con tres hijos pequeños y una economía precaria, que rápidamente accedió a subirse a su lujoso coche. La joven no sospechó que bajo aquel aspecto de opulencia se escondía un verdadero psicópata y un calvario que se prolongó varios meses.

Gary llevó a la trabajadora sexual a su casa y, en cuanto cerró la puerta, la estranguló hasta dejarla inconsciente. Acto seguido, la arrastró al sótano y la encadenó. Una vez que despertó, Josefina empezó a gritar desesperadamente, así que el secuestrador la metió en el pozo para que se calmara. De allí no podría salir si él no quería. Los siguientes siete días, Gary pegó, torturó y violó a Josefina. Y no contento con eso, continuó secuestrando a más víctimas.

El 3 de diciembre raptó a Sandra Lindsay, una de las pacientes del Instituto Elwyn, a la que previamente había invitado a cenar en casa. Tras la primera copa de vino, la joven de 24 años terminó compartiendo espacio con Josefina. El 23 de diciembre llegó Lisa Thomas, de 19 años y, el 2 de enero de 1987, Deborah Dudley, de 23 años.

Las cuatro mujeres fueron golpeadas, torturadas y violadas, y obligadas a comer comida para perro, a presenciar las violaciones de sus compañeras, o a ser encerradas en el pozo si desobedecían o se rebelaban contra su captor. Sandra se llevó la peor parte en uno de esos castigos por haber tratado de escapar.

El criminal la colgó de las muñecas a una viga, no le dio de comer en varios días y, después de padecer unas fiebres altísimas, la joven falleció. Ahora tocaba deshacerse del cadáver. Gary procedió a descuartizar el cuerpo, pero como no podía solo, obligó a las otras tres mujeres a ayudarle.

Ese mismo día y los posteriores, Gary alimentó tanto a las cautivas como a su perro con los trozos cocidos de Sandra, un dato que no conocieron hasta el día del juicio.

Uno de los suplicios que llevó a cabo para mantener tranquilas y obedientes a las chicas fue introducirlas en el pozo: una vez allí, ordenaba a Josefina que lo llenase de agua y metía cables eléctricos para electrocutarlas. 

Deborah fue castigada con tal virulencia que murió de inmediato al ser electrocutada. En esta ocasión, Gary prefirió no descuartizar su cuerpo si no abandonarlo en Pine Barrens, en el estado de Nueva Jersey. Tras el asesinato de Deborah, el predicador buscó una nueva víctima, Jacqueline Askins.

El 18 de enero de 1987, Jackie, de tan solo 18 años, fue atacada por sorpresa, despojada de toda su ropa y lanzada a un sótano con otras tres desconocidas. 

Al igual que hicieron sus compañeras durante las primeras horas de cautiverio, Jackie se desgañitaba para pedir auxilio. En especial, si escuchaba salir de la vivienda a Gary. Sin embargo, el delincuente lo tenía todo previsto: las amordazaba con cinta americana y les clavaba destornilladores en los oídos para evitar que escuchasen cualquier movimiento en la casa.

Todo terminó cuando el 23 de marzo de 1987, Gary secuestró a otra prostituta, Agnes Adams. Lo hizo con la ayuda de una cómplice, Josefina, a la que el secuestrador premió permitiéndole hablar con su familia desde una gasolinera. Mientras Gary la esperaba en el coche, Josefina optó por llamar a emergencias para que fuesen a rescatarla. Al momento, se personaron varias unidades de policía en el lugar, detuvieron a Gary y lo llevaron a comisaría. Paralelamente, Josefina explicó los hechos y procedieron a registrar la propiedad.

Al bajar se toparon con una dantesca escena: un hedor a cadáver prácticamente irrespirable y a varias mujeres encadenadas y amordazadas con evidentes signos de tortura. Además, hallaron doce kilos de carne humana en el congelador: era Sandra Lindsay.

Completamente cuerdo

A principios de junio de 1988 dio comienzo el juicio contra Gary Heidnik en Filadelfia y, desde el principio, el acusado trató de hacer creer al jurado que las mujeres retenidas en su sótano ya se encontraban allí cuando él compró la casa. Esta excusa no convenció al tribunal, así que su abogado defensor Charles Peruto trató de alegar enajenación mental como razón exculpatoria. 

El relato de las supervivientes también ayudó a corroborar que Gary actuó en plenas facultades mentales. De hecho, la jueza Lynne Abraham se percató rápidamente “de que estaba fingiendo una enfermedad mental” para evitar la pena de muerte.

El 1 de julio de 1988, el conocido como “el sembrador de bebés” por los medios de comunicación fue declarado culpable de dos asesinatos en primer grado, cinco delitos de secuestro, seis de violación y cuatro de agresión agravada. El veredicto lo sentenciaba además a la pena de muerte.

Por lo que el 6 de julio de 1999, Gary Heidnik fue ejecutado mediante inyección letal.

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