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El aterrador caso de Charles Cullen, el enfermero de la muerte

detenido
Foto(s): Cortesía
Redacción

Charles, como le decían sus conocidos, vivió dos décadas de su vida trabajando como enfermero, una profesión característica por el cuidado a los demás.

Sin embargo, aquella no era una cualidad que Cullen compartía con sus colegas, mismos que posterior a varias situaciones, comenzaron a sospechar del comportamiento del hombre, que después de un tiempo se convirtió en uno de los asesinos seriales más prolíficos de Estados Unidos.

En la medianoche del 14 de diciembre del 2003, un extenso interrogatorio se producía en las esquinas de una oficina policial en Nueva Jersey, en ella, se encontraba Cullen.

 

“No quería que la gente me viera como esto, lo que soy”, declaró el hombre tras tardarse tanto en su confesión. “Soy un hombre, una persona en quien se confiaba y causó muchas muertes. Me odio por eso porque no creo que tenga el derecho, pero no puedo parar, no pude”.

Cullen había sido arrestado por un cargo de asesinato y otro de intento de asesinato a pacientes del Somerset Medical Center. Ambas acusaciones eran reconocidas como “formales” dos días antes de su detención e interrogatorio, pero siete horas después hicieron la diferencia para descubrir el rastro de vidas que lo perseguían.

El enfermero confesó haber cometido los crímenes de los que se le acusaban, sumando 40 más a la lista, mismos que ocurrieron en sus últimos 16 años de carrera.

Su primer asesinato ocurrió en 1988. Cullen administró una sobredosis letal de medicación intravenosa a un paciente que había sufrido una reacción alérgica a un fármaco.

Sería el primero de un total de 11 homicidios que cometería en St. Barnabas, donde laboró hasta tiempo después, hasta 1992.

Con auras de sospechas en sus hombros, el enfermero ingresó a otro lugar, el Hospital Warren en Phillipsburg, también en Nueva Jersey. En él acabó con la vida de tres mujeres mayores con una sobredosis de digoxina.

Su esposa también fue víctima, aunque no acabó como sus anteriores objetivos, debido a violencia doméstica pidió el divorcio.

En el proceso judicial que atravesaron describieron a Charles como un alcohólico muy agresivo que metía mascotas en bolsas y tachos de basura, vertía líquido para encendedor en las bebidas de otras personas y hacía bromas telefónicas a las funerarias.

En su interrogatorio, contó que ese año volvieron los pensamientos suicidas.

Cullen comenzó a crear una estrategia, cada vez que sus empleadores sospechaban de él, el enfermero renunciaba y empezaba a trabajar en otro hospital. En cada uno de ellos encontraba nuevas víctimas, la mayoría de ellas fueron asesinadas debido a sobredosis de medicaciones pesadas, pero tenía una favorita y que repetía constantemente.

Para fines de los 90 la trayectoria de Charles empezaba llenarse de dudas. Sin embargo, debido a la escasez de enfermeros en Estados Unidos el asesino continuó consiguiendo trabajo.

En el 99 aceptó un puesto en una unidad de quemados en un hospital de Allentown, Pensilvania, donde concretó otro homicidio más. Tiempo después, en Hospital St. Luke en Bethlehem, Pensilvania, en la unidad de cuidados cardíacos, asesinó a cinco pacientes a lo largo de sus tres años de trabajo.

El punto de freno a su cadena de homicidios fue en el 2002, cuando un colega descubrió frascos de medicamentos sin usar en un contenedor de basura, con ello pudo probar que había sido Cullen quien había robado las drogas, por lo que fue despedido en junio de ese mismo año.

Fueron siete los enfermeros que se reunieron con el fiscal del condado de Lehigh y declararon todo lo que sabían de Cullen. Sin embargo, las pruebas no eran suficientes para los investigadores, por lo que abandonaron el caso hasta siete meses después. Tiempo en el que sorpresivamente Charles volvió a conseguir trabajo en la misma área de salud.

Un año después los colegas de otro hospital aseguraron verlo entrar y salir de habitaciones que no le correspondían, además, descubrieron que solicitaba medicamentos sin receta.

En julio del 2003 el Sistema de Educación e Información sobre Envenenamientos de Nueva Jersey advirtió al Somerset Medical Center que al menos cuatro sobredosis sospechosas en su establecimiento podrían haber ocurrido por el accionar de un empleado. En los tres meses que demoró la investigación Cullen asesinó a 5 personas más.

El hospital fue sancionado y Charles quedó bajo investigación posterior a ser despedido. En diciembre de ese año el homicida fue arrestado y confesó todo, alegó que deseaba “poner fin a su sufrimiento” y que incluso desconocía el número real de víctimas a las que mató. Las autoridades policiales aseguraron que podrían ser mucho más que las 40 declaradas.

El 2 de marzo del 2006 el enfermero fue sentenciado a once cadenas perpetuas consecutivas en Nueva Jersey, y además se lo consideró como inelegible para el beneficio de la libertad condicional durante 397 años, por lo que hasta el día de hoy permanece cumpliendo la sentencia en la prisión estatal de Nueva Jersey, en Trenton.

Los hechos supusieron tanto revuelo en el país que durante 2022 se estrenó una película sobre su macabro modus operandi y los esfuerzos para su detención. 

 

“Soy un hombre, una persona en quien se confiaba y causó muchas muertes. Me odio por eso porque no creo que tenga el derecho, pero no puedo parar, no pude”.

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