La vida en la calle implica una gran travesía, las vías públicas se convierten en refugios, las banquetas en dormitorios y las bolsas con basura en un manjar.
Numerosas vidas transitan en busca de satisfacer su presente sin preocuparse del futuro; sin embargo, algunos ciudadanos del estado, así como de otros lugares del país han llegado a la indigencia por el abandono familiar, desempleo, depresión, drogas o alcoholismo.
Todos los días, cerca de 80 personas indigentes o de bajos recursos se reúnen en el interior del templo de La Preciosa Sangre de Cristo, en el centro de la capital oaxaqueña, para disfrutar un delicioso desayuno, preparado por damas voluntarias que acuden al templo.
"Para muchos de ellos, quizás sea la única comida del día", comentaron las voluntarias del servicio que han ofrecido durante siete años.
Los alimentos son servidos por el voluntariado, quien tiene un perfecto orden en la repartición
"A veces nos falta comida, varios se quedan sin alcanzar algunos de los alimentos que repartimos, y también tratamos de darles una bolsa de alimentos no perecederos donados por miembros de la comunidad; esto les hace muy felices", apuntó una de las damas voluntarias.
"Nosotros ofrecemos el espacio prestado por el sacerdote y los suministros, pero este es realmente un servicio en el que la comunidad se ayuda el uno al otro", dijo.
"Nuestro objetivo es ayudar a cada uno que pasa por nuestras puertas", agregó.
La situación de calle en el estado va en aumento y algunos de ellos sólo están de paso en la ciudad; otros están en el abandono por sus familias o pertenecen a los llamados escuadrones de la muerte, que se concentran en los parques y atrios de las iglesias; esta gran labor busca reivindicarlos, así como integrarlos a la sociedad.
