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Obra enfrenta a INAH con municipio del Istmo, Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Redacción

JUCHITÁN, Oaxaca.- Hace 18 años el arqueólogo Roberto Zárate Morán realizó un dictamen arqueológico del sitio Laguna Zope o también conocido como Biahuidó’ y delimitó un polígono de 59 hectáreas con vestigios arqueológicos; con base en esto, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) notificó a los dueños de los terrenos que están dentro de la delimitación que, para realizar cualquier obra, debían solicitar autorización a dicho Instituto.


El Ayuntamiento de Juchitán desconocía o ignoró este dictamen, por lo que el INAH tiene detenidos los trabajos de la construcción de nuevo panteón en un espacio de tres hectáreas, mismas que se encuentran dentro del polígono de las 59 hectáreas que abarca el sitio arqueológico.


La defensa del sitio y los estudios que se realizaron en él se hicieron cuando Marina Meneses era regidora de Ecología, frenaron los proyectos de construcción en la zona que, además del valor arqueológico, es el hogar de varias especies de plantas y fauna local.


Según el dictamen del desaparecido arqueólogo Zárate Morán, la Laguna Zope “representa para la arqueología mesoamericana y oaxaqueña un sitio de mucha importancia debido a que fue uno de los asentamientos de mayor antigüedad en la época preclásica de 1300 a. C. a 300 d. C. En este tiempo se destacó como centro rector al sur del Istmo”.


Según los estudios hechos en las décadas 1970 y 1980 en el lugar los arqueólogos determinaron, destaca el dictamen, que “fue un centro de comercio donde recurrieron comerciantes de diferentes puntos de Mesoamérica para intercambiar productos como la obsidiana, piedras preciosas, pigmentos… También aquí se elaboraban ornamentos de concha y huesos que llevaban a comerciar a las tierras altas de Oaxaca”.


El arqueólogo destacó la importancia del lugar para futuros trabajos dedicados a conocer más detalles del sitio: “guarda en sus entrañas infinidad de materiales como cerámica, lítica, entierros, figurillas, mica y otros que darán pautas para rehacer la historia de este pueblo desaparecido”.


En el documento especifica que en ciertas áreas no pueden existir construcciones y que sólo se puede usar como cultivo y en otras permite construcciones “supervisadas y autorizadas por el INAH y la regiduría de Obras Públicas. El INAH por medio de personal especializado evaluará y dictaminará sobre el tipo y el uso de materiales que se emplearán en las obras de construcción”, información que el actual Ayuntamiento no llevó a cabo, ni quiso informarse a pesar de que es público que el sitio es arqueológico.


El sitio cuenta con un área nuclear en donde sobresale una gran loma con varios montículos enmontados de hasta 18 metros, además de contar con varias lagunas en donde se alimentaban de peces los antiguos pobladores y hasta hace dos décadas se podía pescar y donde también se llegaron a realizar ceremonias.

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