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Oaxaca, una joya arquitectónica

Foto(s): Cortesía
Redacción

Llueve a cántaros sobre el ex convento de Santa Catarina de Siena (hoy hotel Quinta Real). El chasquido que provoca la lluvia se ha repetido a través de los años, desde la construcción de este emblemático edificio en el siglo 16.


Las gotas golpean con fuerza la cantera en los pasillos y provocan una brisa refrescante.


Primero fueron las monjas, luego los presos, hoy los huéspedes; pero todos se dejan llevar por el juego de sombras que se forman en el inmueble y que invitan a la reflexión.


Manos indígenas construyeron el ex convento donde existe un conjunto de doce lavaderos que resalta entre la magnificencia arquitectónica.


Ahí, hombres y mujeres lavaron prendas de vestir. No solamente cuando funcionó de convento o cárcel, ya que también estuvo abierto para que los vecinos limpiaran su ropa.


Excepcional complejo hidráulico


El Patio de los Lavaderos se ubica en la explanada noreste. Es un reducido edificio de planta octagonal que remata con una cúpula mudéjar. Representa el más significativo sistema hidráulico de la época colonial.


Pero el misterio que encierra la construcción, su funcionamiento y los hallazgos de una inconclusa exploración arqueológica, hacen de este lugar el más atractivo del complejo.


El edificio se ubica en la manzana que forman las calles Abasolo, Matamoros, Cinco de Mayo y Reforma, donde el Obispo Fray Bernardino de Albuquerque, en 1568, fundó el convento con el nombre Monasterio del Rosario de María. Después se convirtió en convento Santa Catarina de Siena.


En 1579, Hernando Cavarcos se encargó de la construcción del edificio. Él dirigía las obras del templo de Santo Domingo de Guzmán.


Se sabe que la edificación de este convento dio principio hasta pocos años antes de finalizar el siglo 16, y se concluyó en el siglo 18.



El plano arquitectónico de los lavaderos

El suministro de agua


La necesidad de suministrar agua al convento permitió que, entre 1777 y 1848, se construyeran los lavaderos. Se desconoce la fecha exacta, pero el suministro de agua aparece en los planos de la Ciudad de Oaxaca de esos años.


En una de las remodelaciones al hotel, de las que debe autorizar el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), encontraron materiales arqueológicos como cerámica fragmentada de los siglos 15, 16, 17 y 18.


El arqueólogo, Enrique Fernández, documentó las excavaciones que él y sus colaboradores hicieron en el Patio de los Lavaderos en el siglo pasado. Aparecieron allí vestigios del sistema de abastecimiento y circulación del agua del convento.



Gravedad e ingeniería, sin mínimo artilugio para abastecer de líquido a las pozas de cada uno de los lavaderos

El pozo


De igual manera, encontraron el primer pozo de agua del monasterio que penetra el subsuelo casi cinco metros, rodeado de una sobreposición de hasta cuatro pisos de tabique en petatillo. Tanto el pozo como los pisos se encuentran un metro por debajo de los niveles de los lavaderos.


Estos pisos corresponden a cuartos de adobe, identificables por las crónicas de Dávila Padilla, escritas en 1596, como “las casas (de adobe) que el buen obispo (el segundo de Oaxaca, Fray Bernardo de Alburquerque), dioles, que eran las mejores de la ciudad, con mucho sitio de cuatro solares y adjudicoles cierta renta de que gocen cada año”.


También fueron encontrados piso y desplante de cimentación de una cisterna abierta, que originalmente recibía el agua conducida a través de arcos y caja de agua proveniente de otro templo y que aparece en planos de la ciudad de Oaxaca a partir del siglo 16.


La excavación inconclusa


Al oriente del patio, los arqueólogos encontraron tabique dispuesto en petatillo, coincidente en forma y colocación a los pisos que rodeaban al pozo, por lo cual podrían ser contemporáneos.


En la excavación -inconclusa por falta de permisos- localizaron 27 figurillas o pequeñas esculturas labradas en piedra de las comúnmente conocidas como “penates”, de manufactura y estilo mixteco, a las que se les ha asociado un uso ritual relacionado con la fertilidad y el agua.


Todo el conjunto no presenta una disposición geométrica, sino que daba la apariencia de haber sido tirados y ocultos dentro del relleno que sustentaba el piso del mencionado cuarto.


Al centro del patio, por encima de los niveles y rellenos estratigráficos que cubrían el cuarto mencionado, a los pisos referidos y al piso descubierto, se encontró el piso y desplante de cimentación de lo que pudo ser una cisterna abierta que originalmente recibía el agua conducida desde los arcos y la caja de agua.

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