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Bordados tradicionales, presente y futuro de Ayautla , Oaxaca

Foto(s): Cortesía
Redacción

SAN BARTOLOMÉ AYAUTLA, distrito de Teotitlán de Flores Magón, Oaxaca.-En cada puntada que da, doña Herminia Flores García deja un poco de alma, corazón y sabiduría en Indu Maya, herencia de sus ancestros. Poco a poco van tomando forma y color las figuras plasmadas en un pedazo de tela o manta hasta convertirse en un huipil, blusa o vestido.


Originaria y vecina de San Bartolomé Ayautla, distrito de Teotitlán, perteneciente a la región Cañada, Herminia forma parte de las 400 bordadoras de este municipio donde el trabajo es escaso y la pobreza se ahonda y golpea a los habitantes. De hecho, esta localidad se ubica en el lugar 13 de la lista de los 15 municipios con la mayor pobreza extrema en el país.


Las mujeres de este lugar rechazan contemplar sentadas la desgracia; la sabiduría heredada de madres a hijas y de abuelas a nietas dejó un legado que buscan conservar, pero también fortalecer como un medio de trabajo para obtener ingresos; además, luchan por el reconocimiento y protección a su trabajo a través de la patente del bordado.



Herminia Flores García, artesana de San Bartolomé Ayautla muestra el arte plasmado en uno de sus textiles

Flora y fauna en los trazos de los huipiles


Recorrer con la vista un huipil terminado por Herminia es un deleite, pero usado como vestimenta acrecenta la belleza. Es muy marcada la diferencia del bordado del huipil de Ayautla respecto a los que caracterizan a la región Cañada, como es el caso de los tejidos de Huautla de Jiménez; el primero se caracteriza por dibujos de flores y aves oriundas de la región que se plasma sobre la superficie de la tela; el de la tierra de María Sabina es un bordado de cruz, además de que es más popular y, además, hermoso.


“Primero se borda el contorno de las figuras y después se rellena utilizando una puntada que conocemos localmente como malla; ésta se realiza con largas puntadas verticales y así damos vida a las figuras”, dice Herminia.


Entre los bocetos que la mujer traza sobresalen aves y flores, la mayoría aves de la región. “Aquí la inspiración es la naturaleza, de lo que estamos rodeadas, de lo que nos provee”, dice en su limitado castellano.


Y cómo es si no, Ayautla significa “entre las nubes”, está enclavado en la sierra mazateca, rodeado de montaña y agobiantes tonos de infinitos verdes.


Patentar para evitar plagio

La administración municipal de San Bartolomé Ayautla ha emprendido la tarea de patentar el bordado tradicional con la finalidad de evitar el plagio, como ocurrió en otras comunidades del estado, el caso más difundido es la blusa de Tlahuitoltepec, de lo cual sacó provecho la diseñadora Isabel Marant.

La secretaria municipal, Claudia Zamora, y la regidora, Edna Guadalupe, precisan que se han dado a la tarea de buscar el respaldo de organismos y gobierno estatal para patentar la vestimenta tradicional, pero el trámite aún no se ha concluido.

Las artesanas de la localidad tienen la esperanza de que las autoridades municipales ayuden a patentar su trabajo, una artesanía hecha en textil en la cual se plasman orígenes y legado histórico.


 


Bordar, medio de sustento


La mujer, artesana de 42 años de edad, relata que desde muy pequeña quedó huérfana de madre y bajo la protección de su abuela, quien le enseñó a bordar a partir de diferentes tipos de puntadas, pero especialmente el Indu Maya, herencia de sus ancestros. A los 10 años era casi una experta, los integrantes de su familia fueron muy pobres y las necesidades enormes; la habilidad de coser la aprovechó para elaborar y vender prendas y con ello cubrió algunas carencias básicas.


“A veces pactaba trueques con los fuereños a cambio de los bordados de San Bartolomé; intercambiaba productos como maíz, frijol o lo que fuera para poder comer”.


A 30 años de distancia, la artesana encuentra con sus bordados una forma de ingreso con lo que apoya a su marido en el sustento del hogar, porque en este municipio son enormes las carencias.


La mujer, cuyo rostro denota experiencia pese a la mirada cansada, explica que en su localidad las mujeres no cuentan con muchas opciones: se dedican al hogar o al campo.



En casas de artesanías, donde se revenden los huipiles, no se paga por el verdadero trabajo de las mujeres.

Aquellas con mejor suerte o con recursos pueden abrir una tiendita de abarrotes; la mayoría de los 4 mil habitantes de Ayautla vive en desgracia continua producto de la agobiante pobreza.


Lucha por revalorar los textiles


En San Bartolomé Ayautla son alrededor de cuatrocientas las mujeres bordadoras, muy pocas cuentan con la credencial del Instituto Oaxaqueño de las Artesanías, lo que les dificulta vender a un precio adecuado que recupere las semanas o meses invertidos en terminar un huipil tradicional.


En las ferias artesanales los tejidos son admirados, “chuleados, como decimos coloquialmente", pero no se paga el precio justo; el valor real del huipil ronda en más de 5 mil pesos, pero la crisis y la desvalorización de esta artesaníase lleva a malbaratarlo por apenas mil 500 mil o 2 mil pesos.



Este legado de sus antepasados se busca patentar para que no sufra plagio como otros textiles en Oaxaca

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