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Juchitán entre escombros, a tres años del terremoto del 7 de septiembre

Foto(s): Cortesía
Redacción

La ciudad luce desolada y el calor no hace más que derretir las pocas ganas que la gente puede tener de ‘dar la vuelta’ por el centro de Juchitán. Y es que aunque hubiera muchas ganas, la COVID-19  y su alto grado de causalidad de muerte es lo que hoy, a 3 años de la tragedia del 7 de septiembre (7S), tienen temblando a este municipio istmeño.


El también llamado terremoto de Chiapas sorprendió a todos como un ladrón que entra a una casa para robar. Desde Pijijiapan, epicentro del sismo, salió casi a la media noche un cúmulo de energía que alcanzó los 8.2 grados en la escala de Richter; la fuerza con la que impactó a Oaxaca, pero sobre todo a la región del Istmo, fue devastadora.


“Sí se sienten feo, más los retumbos. Ese baila, ese baila, así se hace”, platicó la señora Maura Carrasco sobre el efecto que causan los sismos en los inmuebles vecinos de su casa, ubicada en la calle 16 de Septiembre. Ella, de 84 años, vive junto a su marido a un costado de una tienda departamental que, por su altura, es un peligro latente.


Sin embargo, no solo ese edificio representa riesgo para la pareja de adultos mayores; el coronavirus también los acecha. “Gracias a Dios, gracias a Dios la hemos pasado bien, pero ahorita nada de salir, nada de estar afuera. La pasamos encerrados, mire, nos dejan con llave”, añadió la mujer respecto a cómo le hacen para sortear la pandemia.


Con el sismo su casa se cayó y los dejó a la deriva, confinados a una casa construida por su yerno; además, Maura y su esposo, solo cuentan con el apoyo de 70 y más para sobrevivir. El coronavirus o un sismo, serían fatales para la pareja de abuelitos.




 


“Estamos sentados todo el día, yo no puedo caminar, bueno, sí camino pero solo con esto (su andadera), si no la uso me caigo a cada rato. Aparte no veo bien. Ya nos dijo mi hijo que nos váyamos para allá pero no, aquí estamos, teníamos un estacionamiento chiquito, bonito, pero qué pasó, vino el virus y se llevó a todos los clientes”, dijo.


Años de espera


Al recorrer las calles del centro juchiteco se percibe desolación, desgano y hasta tristeza entre los habitantes. Y cómo no, si a los 3 años de espera para la reconstrucción, limpieza y rehabilitación de la ciudad, se suma ahora la presencia de un virus que no hace más que cobrar vidas allá por donde brota.


Esta emergencia sanitaria es uno más de los tantos obstáculos que, pareciera, surgen como oposición al renacer de Juchitán. Prueba de ello son las innumerables obras inconclusas cuyos plazos para ejecución de obra expiraron incluso durante el inicio de la pandemia.



 


Por ejemplo el proyecto “Reconstrucción de la Casa de la Cultura de Juchitán de Zaragoza”, estipulado para iniciar el 30 de diciembre de 2019 y concluir el 30 de marzo de 2020. Es ya septiembre de 2020 y la obra no ha ni arrancado. Cabe señalar que, según la información oficial de las autoridades, para esta obra se destinaron $3,450,000.00. 


Como este, muchos otros inmuebles permanecen sostenidos por vigas de madera, zapatas hechas de polines o simplemente están de pie por mera inercia. En sus fachadas destacan folios pintados con aerosol y en algunos casos acompañados de leyendas como ‘demoler’ o ‘restaurar’, esto como indicativo de la acción a implementar en ese sitio.




 


Reconstruyen por su cuenta


Algo de lo que más cambió en Juchitán tras el sismo del 7S fue el paisaje urbano, pues las casas de teja y adobe de una sola planta abrieron paso a construcciones de 2 o hasta 3 plantas, edificadas sobre o entre lo que el sismo derrumbó.


Esto, como platicó un señor que se ocultaba del sol mientras sostenía su bicicleta, se hizo “por su cuenta, cada quien por su cuenta porque no hubo ni hay apoyos. Gobierno no, gobierno no ayudó”.


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