Pasar al contenido principal
x

Sara, perdida en la basura

Foto(s): Cortesía
Redacción

La mirada de Sara parece apuntar hacia las cumbres de restos descompuestos y desechos que a lo alto dejan ver una cañada formada con llantas, plásticos, garrafones, arbustos de pañales, harapos y papel de baño; un ecosistema hediondo con mantos acuíferos donde parece que emerge cocacola, pero no, las aguas negras son los fluidos de los caudales que provienen de la montaña de basura, donde habitan perros, zopilotes y otra bestia más peligrosa, la pobreza.


En las faldas de este relieve hay un asentamiento que peligra por el colapso de esta elevación que no tiene nada de natural; esta zona es el basurero municipal de Oaxaca de Juárez, ubicado a unos 18 kilómetros en el municipio de Zaachila; aquí, lo inhóspito se convirtió en el hogar de cientos de familias, como la de Sara.


Con 2 años de edad, Sara ha vivido su breve existencia entre toneladas de desperdicios que retumban al basurero: una montaña descompuesta y fétida que corre el peligro de colapsar por las grietas que existen en el suelo de PET, vidrio y caca.
La familia de Sara representa una de las más de 250 que habitan las faldas y la parte más baja de la zona; las llantas son como las rocas y el derrumbe no consta sólo de neumáticos; restos de comida putrefacta y residuos biológicos de hospitales también caen sobre las viviendas que están dentro de los primeros 50 metros; irónicamente, esto también significa una fuente de ingresos, en una nueva pertenencia o un refuerzo para los hogares de lámina, alambre, cartones y otros ladrillos improvisados.


 




Un nuevo juguete, fierro para revender, plástico para reciclar, un accesorio o herramienta para la casa, los pepenadores encuentran en lo abandonado un uso. FOTO: Javier Jarquín Jacinto

 


 


Esta actividad es difícil para su familia, ya que por no tener antigüedad viviendo en la zona, sólo pueden realizar este oficio de noche, apoyados con unas cuantas lámparas para no tropezar y caer de la cúspide de más de 50 metros.


El hogar es de lámina y ella está recargada frente a su malla, muros de alambre que le permiten ver a quizás lo más extrañamente bello entre todo el panorama de carencia y contaminación: en el horizonte, cientos de zopilotes salieron volando a las alturas de esta tierra hecha con los restos, las sobras y lo que otros no quieren... otra carga de basura había llegado.




Cientos de zopilotes sobrevuelan el hogar de Sarita. FOTO: Javier Jarquín Jacinto

Noticias ¡Cerca de ti!

Conoce los servicios publicitarios que impulsarán tu marca a otro nivel.