La poeta zapoteca Natalia Toledo, la hija mayor del artista juchiteco, comparte, en entrevista, que las mejores cosas que le ha enseñado su padre, sin que él lo sepa son, son: el valor de la honestidad, el trabajo con los otros y la libertad para crear.
"A mí me soltó la mano a cierta edad y fue lo mejor que me pudo pasar, me hice cargo de mí y comencé a trabajar, a mantenerme y a explorar mis posibilidades de trabajo y de vida. Admiro mucho su capacidad de trabajo. Me da mucha risa porque siempre dice que no hace nada, y cuando uno inicia el día, él ya hizo veinte mil cosas y ya está sentado moldeando un pedazo de arcilla o bruñendo el metal. El compromiso de trabajo, de apoyo que entabla con los demás es conmovedor."
Natalia, con quien Francisco Toledo ha emprendido proyectos de lecto-escritura en zapoteco apunta que recientemente el filántropo becó a una generación de futuros maestros de la Escuela Normal Bilingüe e Intercultural de Oaxaca (ENBIO), porque espera que tengan un futuro.
"A ellos los ve como sus hijos, desayuna con ellos, les da materiales, les propone hacer cosas en sus comunidades y los involucra en los trabajos que hacemos para los talleres de lengua zapoteca, los caminos de la iguana, el tejón, el petirrojo y el jaguar. Realmente es un gran aliado, le gusta apoyar y trabajar con gente joven, eso ha sido un acierto en su vida, él mismo es otro chavo de tan solo 76 años".
Natalia Toledo comparte que la experiencia de trabajar juntos es un aprendizaje enorme porque es un hombre que sabe muchas cosas y que si le dicen maestro no es en balde, realmente es un gran conocedor de muchas culturas, libros, técnicas y no esconde las fórmulas de sus hallazgos, porque lo comparte todo.
"También es un gran lector y siempre está proponiendo a diferentes colaboradores y artistas hacer cosas, eso lo agradezco. Mucha de las cosas que hago, las hago porque él me empuja a hacerlas. Podría llamarlo puntal de mi espalda. Es exigente y trabaja muy rápido, si no te apuras se busca a otra persona. Eso no me gusta".
