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Crudeza que conmueve

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

MONTERREY, Nuevo León.-  Las pinturas sórdidas, oscuras y apocalípticas del artista Arturo Rivera lucen como escenarios ficticios.
Pero son imágenes que nacen de su interior, de su pasado, de la realidad aún más cruda que la ficción.


"Para mí la pintura es conmover. (Mi obra) son las circunstancias que viví, todo mi pasado, soy yo", expresa en entrevista el artista que ayer cumplió 71 años.
"Porque si no te conmueve una pintura, es decoración. Tú estás diciendo quién eres. Si realmente eres tú, la gente se va a sorprender".


Durante su estancia en Monterrey para inaugurar su muestra homónima en el Centro Cultural Plaza Fátima, el pintor capitalino recorre las salas portando gafas oscuras y un traje a la medida que deja ver su figura delgada, frágil.
Observa los espacios donde predominan sus 50 obras, la mayoría pinturas al óleo y de técnica mixta; cuatro de ellas son esculturas en bronce que pertenecen a una nueva faceta en su carrera artística.


"Tengo apenas dos años (trabajando en escultura). Apenas empiezo y realmente me interesa más la pintura que la escultura, pero es un medio que se presta", relata el artista de barba canosa.
-¿Se ha nutrido su pintura de su proceso escultórico?
"No", dice tajante.
"Me considero pintor más que escultor. Empiezo a hacer cosas en la escultura, pero yo soy pintor. (El material) no era tan desconocido, me gusta más el barro que la plastilina".
En su exhibición que permanecerá hasta el 27 de mayo, se encuentra La jineta, escultura en bronce que se muestra junto a su versión en dibujo. También El rito, La dulce espina dorada y Angelito.


REALISTA y FRÁGIL
Para el catálogo de la serie Historia del ojo, el escritor Alberto Ruy Sánchez indica que Rivera se empeñó en pintar con oficio y perfección técnica cuando era momento de la pintura espontánea, geométrica y gestual.
Y es que la trayectoria de Rivera es posterior a La Ruptura, movimiento de arte abstracto en México, también del expresionismo abstracto, en Estados Unidos.
La experta en arte latinoamericano Margarita Fernández de Urquiza ubica a Rivera dentro de las corrientes posmodernas de realismo en México, como Martha Pacheco o Víctor Rodríguez, cada uno con universos únicos.
"En Arturo Rivera, la referencia principal es hacia la persona y hacia lo contingente del ser humano. Su cercanía a la muerte a mí me transmite un sentimiento de fragilidad", explica la catedrática del Tec de Monterrey.


MIRADA PROFUNDA
En "El interior de la pupila de la muerte", texto de un catálogo de Rivera editado por Marco, el crítico de arte Eduardo Ramírez analiza en su obra elementos constantes que seccionó en nueve paneles, formando una especie de atlas.
Por ejemplo: el cuerpo desollado, el sacrificio y la cirugía; la vulnerabilidad e incertidumbre; la infancia; la dualidad de la pareja; la locura; la mujer; los significados de las manos y la boca.
"Los sagrados alimentos", actualmente en la expo, es un ejemplo de ese cuerpo ensangrentado: una cabeza de conejo postrada en un plato, una naturaleza muerta perturbadora.


- ¿De dónde proviene su interés por la medicina, la anatomía?
"Estudié en el Colegio Alemán y ahí hacíamos disecciones", responde el artista.
"Y cuando yo era chico el Museo Universitario del Chopo (CDMX) era de ciencias naturales, ahí estaban insectos, víboras, fenómenos en formol, había rareza y media, y me iba con un primo cada domingo.
"Había una atracción con cosas que tienen que ver con la muerte o con la disección, un interés de qué hay adentro".


En el noveno panel que propone Ramírez en su ensayo resalta al sueño como una de las constantes en Rivera: la posibilidad de ver más allá de los ojos.


"Nuestra imaginación es una mirada profunda", reflexiona Ramírez. "La luz de las imágenes graba constelaciones en nuestros cielos interiores. Bestias y personajes que, si no los manifestamos, permanecen invisibles, solo viviendo dentro de nosotros".


La crítica de arte Teresa del Conde resalta que durante su estancia en Alemania, el artista consolidó su iconografía. En Múnich, a finales de los 70, Rivera trabajó como ayudante del pintor polaco Mac Zimmermann en la Kunstakademie.
"Es muy original porque es sumamente personal, extraño, pariente de aquellos pintores que han ejercido la fantasía, también el imaginario, con un sentido a veces esotérico, a veces crítico y en otras solamente realista", comparte Del Conde.


- Usted ha dicho que su obra no habla de muerte, sino de oscuridad
"Ésa no es una cosa deliberada, ése soy yo, es mi origen".
Ser original, continúa, es un trabajo de introspección que se ha fusionado con su lenguaje pictórico y realista.
"Lo original no es pensar qué no se ha hecho para hacerlo, como muchos de ellos, los actuales. Si ponemos un orinadero más y creen que son originales, ¡no!, original es llegar a tu origen, quién eres tú, quién soy yo.
"Toda la pintura es un autorretrato".

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