A pesar de las limitaciones en cuanto al número de personal de psicología asignado a las unidades médicas de las instituciones de salud, este 2023 ha representado un incremento del 57 por ciento en los casos detectados de depresión, al acumularse 477, 173 casos más que los 304 que se reportaban al corte de la semana epidemiológica número 10.
Esta cifra oficial es apenas una muestra de la magnitud del problema que la población enfrenta para gestionar de manera asertiva sus emociones. Salma está segura que en febrero pasado se deprimió profundamente y por más de 15 días no podía controlar el llanto súbito que la sorprendía junto con pensamientos negativos que la hacían sentir “un manojo de preocupaciones”.
Aún así, no inició un proceso terapéutico porque “la consulta más económica me salía en 500 pesos” y ese dinero lo prefirió invertir en unos estudios médicos complementarios por un problema en su sistema digestivo.
“El día que fui al IMSS a una consulta a medicina preventiva por una vacuna que me hacía falta me hicieron un cuestionario en el que trataban de indagar si estaba estresada, ansiosa y muchas cosas más, pero como le dije a la enfermera que era mi estado natural, no me mandó a psicología”, justifica Salma.
Para la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la depresión se cataloga como una enfermedad que a pesar de ser común es también grave, ya que interfiere con la vida diaria de las personas, con su capacidad para realizar actividades diarias como dormir, comer, disfrutar de la vida, estudiar o trabajar.
La combinación de factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos influyen para que una persona se deprima, pero cada quien puede experimentar síntomas distintos, de lo que depende la gravedad de la depresión.
A Carlos la depresión le ha representado presentar trastornos de la alimentación, lo que se refleja en su peso, pero a sus 38 años no ha buscado apoyo psicológico.
“No me siento a gusto platicando mis problemas a una persona que ni conozco ni me conoce”, así que mejor opta por hablar con amistades de confianza para tratar de sobreponerse su bajón de emociones, porque “no tengo tiempo, ni el interés ni el dinero para ir a terapia”.
