El Frente No a la Minería por un Futuro de Todos y Todas recibió en la comunidad zapoteca de San Martín de los Cansecos al Grupo de Científicos Comunitarios Xinkas, a la Comisión Diocesana de Defensa de la Naturaleza (Codidena) y al Observatorio de Industrias Extractivas (OIE), procedentes de Guatemala, que se oponen también a la explotación minera en sus territorios.
El encuentro se desarrolló en los alrededores de la represa Yoguvene de ese municipio por su cercanía con la mina San José, operada por la empresa Cuzcatlán, filial de la canadiense Fortuna Silver Mines, que ha generado un conjunto de afectaciones ambientales, sociales y culturales en los Valles Centrales de Oaxaca, donde tiene concesionadas 80 mil hectáreas.
El pueblo xinka, así como las comunidades zapotecas, está en defensa de su territorio debido a la mina El Escobal de la también canadiense Pan American Silver, porque comenzó a operar sin respetar su derecho a la consulta y consentimiento.
Aunque después de varias acciones legales del Parlamento del Pueblo Xinka y de las movilizaciones masivas de las comunidades en resistencia, para exigir que se respete su identidad cultural, sus formas organización y toma de decisiones, su cultura y su territorio, la Corte de Constitucionalidad suspendió las operaciones del proyecto y ordenó realizar una consulta que está en proceso desde hace cinco años.
Durante el intercambio de experiencias para la defensa del territorio entre el Frente No a la Minería por un Futuro de Todos y Todas con las organizaciones guatemaltecas, los representaron dijeron que las empresas en toda Mesoamérica están despojando a los pueblos de sus minerales, de sus territorios y de su vida, llevándose todas las riquezas y dejando contaminación y destrucción.
Además, subrayaron que las compañías pretenden comprar voluntades por medio de la criminalización, la violencia, la división de las comunidades y familias, las amenazas a defensores y defensoras, poniendo así en riesgo la pervivencia cultural y espiritual de los pueblos.
Aparte de esto, destacaron que uno de los impactos más significativos de la minería es al derecho humano al agua, porque muchas comunidades carecen del líquido.
“El agua es vida. Somos dueños de la tierra y no vamos a permitir que las mineras lleguen y nos despojen de nuestros territorios”, asentaron.
De esta manera, determinaron hermanar sus luchas, seguir compartiendo sus estrategias y fortalecerse entre comunidades y colectivos en Mesoamérica
