Sobre la calle de Trujano, en el Centro Histórico de la capital oaxaqueña, sobresalen unos cinturones de piel colgados afuera de un local, además del intenso olor característico de la ropa, calzado y mochilas de este material de origen animal.
Al entrar a la puerta se observan chamarras, abrigos, collares para perros y demás accesorios, también hechos de piel, y mientras más se adentra al local, más fuerte es el olor a pintura, piel y trabajo.
En una mesa hay varios pedazos de piel sin pintar y cortada en retazos, que el señor Saúl García García utiliza para reparar algunos accesorios que le llevan o crear nuevas piezas únicas y duraderas.
Algunos clientes llegan por los anuncios afuera del local y otros por recomendaciones de otros, pero todos coinciden en que el trabajo de don Saúl es único y profesional, además de que en la capital oaxaqueña hay pocas o casi ninguna opción para reparar la piel.
Sin embargo, don Saúl comparte que este oficio que ha desempeñado desde el 20 de septiembre de 1988, fecha que tiene muy presente, ha tenido sus altas y bajas, sobre todo porque mucha gente ha dejado de comprar productos de piel.
Recuerda que su tío le enseñó a reparar piel, pero él con el tiempo comenzó a aprender a hacer piezas de cuero como estuches para pistolas, las cuales son muy solicitadas, así como bolsas, cinturones, mochilas y hasta trajes para danzas de fiestas patronales de algún pueblo originario del estado.
Altas y bajas
El talabartero relata que desde que comenzó a trabajar hasta el año 2000, tuvo mucho trabajo de reparar chamarras, portafolios, cinturones, entre otras prendas y accesorios; no obstante, desde 2001 al 2012 esto cayó.
Aunque el trabajo disminuyó y sus clientes dejaron de ir, no se debió a que hiciera un mal trabajo o que la gente haya dejado de comprar piel, sino a que decidió rentar un local ubicado en un segundo piso.
Recuerda que ya no iban muchos clientes, incluso hasta se comenzó a sentir solo, ya que no platicaba con nadie ni se encontraba con sus demás amigos comerciantes, por lo que en 2013 decidió buscar otro lugar, encontrando el local que actualmente renta.
Reparación de chamarras
Don Saúl comparte que su tío le enseñó el arte de reparar chamarras de piel, lo que lo ha posicionado como el mejor desde hace más de 30 años.
Detalla que las chamarras de corredores de autos, motociclistas, políticos y demás funcionarios han pasado por su taller y han quedado fascinados porque transforma una chamarra de varios años en una pieza nueva.
Sin embargo, confiesa que este año sintió que los trabajos de reparación disminuyeron, pues antes, durante la temporada decembrina, todos los días recibía hasta 10 chamarras al día para ser convertidas en nuevas.
Contrario a este 2023, en el que apenas y le ha llegado una chamarra al día, lo cual lo pone a pensar a qué se deba esta situación, pero él cree que es porque la gente ya no compra chamarras de piel, sino parecidas, cuyos tiempos de vida son de dos años.
“Son chamarras que les digo que ya no sirven y algunos se enojan, otros me las dejan, las reparo y las cuelgo en la puerta del local para que alguien que la necesite la tome, que recientemente han sido los migrantes quienes se las han llevado”, menciona.
Afirma que aunque siempre tiene algún trabajo que hacer, ya sea de crear o reparar alguna pieza, este trabajo ha disminuido, pero tiene esperanza en que no se acabe este legado que ha creado.
