La paternidad es un don inestimable para la humanidad, porque cuando falla, caen las civilizaciones, afirmó el obispo de la prelatura mixe de María Auxiliadora, Salvador Murguía Villalobos.
En una exhortación, el religioso salesiano sostuvo que si bien la mujer es la columna del hogar, porque lo sostiene con su amor, el hombre es como sus paredes y su techo, pues está llamado a proteger a la esposa y a los hijos.
“Cuando esta doble tarea de sostén y protección se mantiene a lo largo de la vida, los niños que viven en ese hogar son personas íntegras”, anotó.
Expuso que un padre puede también sostener con su amor el hogar y por supuesto, la madre también puede proteger, porque nadie lo puede negar.
“Pero la mejor fortaleza y protección provienen del matrimonio conformado por el hombre y la mujer donde se complementan padre y madre”, añadió.
Subrayó que un padre siempre debe amar a su esposa más allá de toda duda, porque los hijos se benefician enormemente de tener unos papás queridos.
“En la medida en la que se complementen en el matrimonio, cimentarán en sus hijos una estabilidad emocional y espiritual que nadie podrá destruir”, recalcó.
Destacó que el amor de los padres construye en los hijos su seguridad, su autoestima, su inteligencia y su afectividad como ninguna otra cosa en el mundo.
“Un padre de familia decía en una reunión ‘los hijos no son nuestros. Mi esposa y yo, fuimos nada más que el medio instrumental para que ellos vinieran a la vida’. Pero en realidad pertenecen a Dios y a Él debemos retornarlos”, anotó.
De esta manera, el mitrado dijo que el padre debe estar cerca de la esposa, para compartir alegrías, tristezas, esperanzas y esfuerzos, pero también estar cerca de los hijos mientras crecen, cuando jueguen, se esfuercen, estén alegres, estén angustiados, se expresen, callen, cuando den un paso en falso y cuando encuentren su camino.
“Padre presente siempre, pero ser presente no es lo mismo que controlador, porque los padres controladores anulan a sus hijos y no les dejan crecer”, terminó.
