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Oaxaca en riesgo de estrés hídrico debido al crecimiento poblacional

estres-hidrico
Foto(s): Cortesía
Luis Ignacio Velásquez

A pesar de que el estado de Oaxaca podría no experimentar problemas de abastecimiento de agua de 2024 hasta el 2050, el aumento en el uso del agua vinculado al crecimiento económico y poblacional podría, eventualmente, incrementar su estrés hídrico, de acuerdo a un análisis de la calificadora S&P Global Ratings.

El documento refiere que Guerrero, Veracruz, Campeche, Chiapas, Oaxaca y Tabasco se benefician de condiciones ambientales menos áridas y un nivel de actividad industrial más bajo comparado con otras áreas, lo que contribuye a su menor riesgo de enfrentar escasez hídrica.

Sin embargo, el futuro hídrico de estos territorios no está completamente asegurado. 

 

 

El aumento en el uso del agua vinculado al crecimiento económico y poblacional podría traer consecuencias en el abasto y consumo del líquido. 

Esta situación enfatiza la importancia de políticas sostenibles de gestión del agua y la necesidad de adaptación frente a los cambios sociales y económicos que puedan presentarse.

El informe presenta proyecciones para las próximas tres décadas con escenarios que consideran emisiones de gases de efecto invernadero y modificaciones de temperatura moderados. 

El contexto supone un aumento de 2°C en el calentamiento global promedio para 2050, con referencia a los registros del periodo preindustrial.

Los hallazgos indican que en este decenio (2020 y 2030), 11 de las entidades federativas ya enfrentan un alto estrés hídrico. 

Las regiones con mayor exposición son Baja California, Baja California Sur, Aguascalientes, Ciudad de México, Estado de México, Morelos, Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Zacatecas y Guanajuato. 

 

 

Ante circunstancias climáticas con emisiones moderadas, en los próximos 30 años, los Estados de Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila, San Luis Potosí, Querétaro, Tlaxcala, Hidalgo, Colima y Jalisco se sumarán a la lista.

Establece que en el caso de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Campeche, Veracruz y Tabasco conservarán un riesgo de estrés hídrico bajo, debido a las condiciones húmedas de los ecosistemas que hospedan y a una actividad industrial menor respecto al resto del país.

No obstante, advierte que cambios en las estructuras sociales y económicas no considerados en la evaluación podrían incrementar la demanda de agua en los próximos años.

Señala que las regiones con una estructura económica basada en actividades sensibles a la disposición de agua están más expuestas a padecer estrés hídrico y perder inversiones en consecuencia. 

Las industrias consideradas como susceptibles a la falta del líquido son la agricultura, la producción de alimentos y bebidas, la fabricación textil, los productos químicos, la construcción, la fabricación de automóviles, la generación de energía y el turismo. 

 

 

 

Inversión insuficiente en infraestructura hídrica 

En Baja California, Sonora, Chihuahua, Zacatecas y Aguascalientes más del 40 por ciento de las actividades económicas están relacionadas con estos sectores.

“Dado que el agua es un insumo crítico para ciertos procesos de fabricación, las frecuentes interrupciones en el suministro de agua pueden afectar cada vez más las decisiones de inversión y provocar el traslado de las industrias sensibles al agua a estados menos expuestos. Esto podría limitar y presionar las expectativas de crecimiento económico de las entidades con alta exposición al estrés hídrico”.

Asevera que la vulnerabilidad de la mayoría de las entidades de la República Mexicana al estrés hídrico se ve agravada por “una inversión insuficiente en infraestructura hídrica”, derivada de la fragilidad económica y presupuestal. 

 

 

La calificadora evaluó como débil o muy débil el desempeño presupuestario del 87 por ciento de los Estados. La economía de los gobiernos locales y regionales (GLR) también se incluyó en estas categorías en el 90 por ciento de los casos.

“Conforme aumentan las tensiones sobre los recursos hídricos, los riesgos para los GLR incluyen un deterioro del crecimiento económico y de las finanzas públicas, así como interrupciones en el suministro de agua a la población que podrían provocar disturbios sociales o emigración. Estos factores podrían presionar a los gobiernos federal y locales para que implementen medidas de emergencia costosas, lo que debilitaría su desempeño financiero”.

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