La dinámica migratoria de las y los oaxaqueños hacia Estados Unidos experimenta un cambio revelador: cada vez menos personas recurren a los servicios de polleros y coyotes para cruzar la frontera; en su lugar optan por solicitar asilo.
Este cambio se da en un contexto de políticas migratorias confusas que restringen el ingreso de personas migrantes a territorio estadounidense, pero que al mismo tiempo facilitan la entrada a migrantes provenientes de diversas partes del mundo como El Salvador, Guatemala, Argentina, Nicaragua, Brasil, Haití, Asia y más.
En este escenario, muchas familias oaxaqueñas, especialmente aquellas originarias de la Costa chica, han decidido buscar el llamado "Sueño Americano" mediante la modalidad de asilo, según relatan migrantes que ya se encuentran radicados en Estados Unidos y que han sido testigos de historias marcadas por esta nueva dinámica.
Esto marca un nuevo rostro en la migración de Oaxaca, donde el pago a polleros o coyotes ya no es la opción principal para quienes desean cruzar la frontera. En cambio, debido a la inseguridad y los altos índices de violencia en sus comunidades de origen, están haciendo uso de su derecho a solicitar asilo.
En la Costa, localidades como Chacahua, San José del Progreso, Río Grande, El Azufre y Villa de Tututepec de Melchor Ocampo son algunas de las zonas geográficas donde las familias buscan este beneficio migratorio. Si bien antes eran principalmente los Triquis, una etnia indígena, los que más solicitudes de asilo presentaban, ahora se suma el pueblo afrodescendiente.
El fenómeno de renunciar a los polleros y coyotes para ingresar solicitando asilo expresa los desafíos y cambios en el panorama migratorio actual, donde las comunidades buscan alternativas legales y seguras no sólo para mejorar sus condiciones de vida, sino para garantizar su vida misma.
Lograr el asilo político no es fácil. A través de su página en internet ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, explica que para que una persona califique para asilo se tienen que acreditar haber sufrido o tener el riesgo de sufrir un daño muy grave como violencia, amenaza, tortura, castigo daño psicológico o que te nieguen un derecho humano.
Demostrar que el daño esta relacionado a la raza, religión, opinión política, nacionalidad o ser miembro de un grupo social particular.
