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Lavar la ropa en Oaxaca se convierte en un lujo ante escasez de agua

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Foto(s): Emilio Morales Pacheco
Citlalli López Velázquez

Hasta hace unos meses el lavado de ropa en las viviendas de la capital del estado era una actividad cotidiana. Hoy, ante la escasez del agua se volvió un lujo. 

El dilema es decidir entre lavar ropa o guardar agua para las labores inmediatas como bañarse, lavarse las manos o lavar los trastes. 

La lavandería tampoco es una opción muy viable, ya que estos espacios también incrementaron sus tarifas por la escasez del recurso hídrico.

“Me limito al lavar la ropa. Lavo cada ocho días, antes era cada tercer día para que no se acumulara”, explica María Eugenia, quien vive en la colonia Camino Real de Santiago Etla en donde un tinaco de 1100 litros de agua cuesta 250 pesos; 100 más que en enero.

 

 

Además del alto costo del agua, obtener el recurso hídrico es todo un viacrucis porque las listas de espera cada vez son más largas. 

“Se batalla mucho para conseguirlo”, explica con la experiencia de haber tenido que insistir durante cuatro días para que le llevaran agua.

En casa de María Eugenia no hay lavadora, lo que podría establecer un reto, pero también un gran ahorro de agua ya que las lavadoras pueden llegar a consumir hasta 62 litros de agua en cada carga. Para el lavado de ropa de las tres personas adultas que viven en casa se disponen de tres cubetas. 

En el lavadero coloca un tapón para que el agua se estanque y sea posible utilizarla para “desmugrar” el mayor número de prendas. Luego recupera esa agua y la utiliza para el sanitario o para trapear.

 

 

Ahora también procura usar varias veces la misma prenda antes de lavarla, aunque debido al calor lo anterior resulta bastante complicado hacer.

En los hogares en donde hacen uso de lavadoras el consumo de agua es mucho mayor puesto que las lavadoras más habituales son las que tienen una capacidad de lavado entre 5 kg y 7kg cuyo consumo de agua va de los 30 a los 52 litros en el primer caso y de los 42 a los 62 en el segundo.

Algunas de las estrategias adoptadas en estos casos es reciclar toda el agua que sale de una carga para ocuparla una vez más. 

Así lo hacen en casa de la familia González, quienes primero colocan la ropa menos sucia, el agua que recogen la ocupan para ropa de mezclilla y después para los sanitarios o lavado de trapeadores y jergas.

 

 

Otra de las estrategias que les ayudan a cuidar el agua es no lavar toda la prenda si no se requiere. 

Es decir que, si una tiene una mancha de salsa, pero puede tener una segunda puesta, sólo se lava la parte manchada.

Sin duda alguna, la crisis hídrica ha cambiado muchas dinámicas en las familias, pero también adoptado otras que van encaminadas hacia el respeto y mejor uso del agua.

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