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Don Carpio y su acordeón reciben a las ánimas en panteones de Oaxaca

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Foto(s): Cortesía
Citlalli López Velázquez

Con la habilidad de sus manos en el acordeón, don Carpio va hilvanando melodías. Originario de Huautla de Jiménez, cada año acude al panteón para acompañar con música el regreso de las ánimas para el encuentro con sus familiares.

“Te vas ángel mío, te veo partir…”, entona con el sentimiento que le genera brindar consuelo a los deudos, pues aún cuando, en muchos de los casos la pérdida haya ocurrido hace varios años atrás, la solemnidad del momento requiere pasión.

Así, en este año, desde el panteón de Santa Cruz Xoxocotlán, fue regalando música con el don de su acordeón. 

En dueto con su amigo Roberto en la guitarra, avanzan saltando tumbas, zigzagueando entre cruces, ángeles y vírgenes, guardianes del descanso eterno de las almas.

“La gente nos solicita música para su muertito, la música que a ellos les gustaba cuando estaban en esta vida. Nosotros tocamos “Un puño de tierra”, tocamos “Dos almas”, música para los que ya no están con nosotros”.

Don Carpio es un hombre amable y sonriente. Su rostro se esconde bajo el sombrero de ala adorado con una calaverita. El aprendió el acordeón por la necesidad de trabajar y ahora es su pasión, por ello no duda en cantar cada vez que se lo piden e incluso en obsequiar una canción más cuando considera que el momento lo requiere, ya sea por sentir que en el lugar hay gran tristeza o gran euforia.

Afortunadamente -señala- nunca ha experimentado algo sobrenatural en su carrera como músico de las ánimas, pero sí algunos momentos chuscos, sobre todo cuando le piden que toque canciones de rock como en esta ocasión en que Irene Sánchez le solicitó a gusto de su difunto.

“A nuestros difuntos los recordamos todo el tiempo no nada más en esta época, pero esto es algo muy hermoso, muy bonito porque nuestras almas cada año vienen y hay que ponerle sus flores, lo que a él le gustaba y que por eso se murió: su cervecita. Dicen que no hay palabras para expresar todos los sentimientos que tenemos. La esencia de esta fecha no es traer la cara pintada, la esencia es lo espiritual”, expresa Irene sentada frente a la tumba de su hermano, quien falleció de 32 años de edad.

Para ella, la muerte tiene un significado ambivalente, por un lado, de tristeza por haber perdido a dos de sus hermanos en distintos momentos, pero por otro de alegría por gozar de salud y vida para ponerle veladoras y flores en el sepulcro, pues bien dicen que las personas no mueren siempre y cuando las recordemos. 

La mañana transcurre entre la brisa cálida que se perfuma con el copal, las flores mecidas al viento, los colores del cempasúchil y la borla, todo listo para la velada nocturna.

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