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Con melodías de acordeón, Mario junta dinero para útiles escolares

Foto(s): Citlalli López Velázquez
Citlalli López Velázquez

Llegó al iniciar las vacaciones. Se estableció sobre el andador turístico frente a la iglesia de Sangre de Cristo. Con sus manos fusionadas al acordeón va regalando música a los paseantes. “Apenas estoy aprendiendo”, admite poniendo delante el corazón.

Mario es originario de Mariscala de Juárez, una localidad del distrito de Huajuapan de León. Es campesino y desde hace dos años, al iniciar la temporada alta de turismo viaja a la capital del estado para trabajar y reunir dinero.

La primera vez fue para solventar las quimioterapias de su mamá, en este para la compra de útiles de su hijo que entrará a primero de primaria y de su hija que va a tercero. Para quienes viven al día solventar el gasto que representa es sumamente complicado.

“Yo siempre les digo a mis hijos que vayan a la escuela, que no sigan los mismos pasos que yo, que sigan estudiando, que no lo dejen, así les digo yo, que se sigan preparando para que sean alguien en la vida”, expresa con un poco de tristeza porque las tierras que trabaja en la siembra de maíz no son suyas, pero, además, por el exceso de calor y la falta de lluvias, las cosechas son bajas.  “El año pasado sacamos poco porque no tenemos mucha tierra para sembrar”

En 2020, de acuerdo con datos del gobierno federal, el 52.7 por ciento de la población en donde habita Mario y su familia, se encontraba en situación de pobreza moderada y 15.4 por ciento en situación de pobreza extrema. La población vulnerable por carencias sociales alcanzó un 26.6 por ciento, mientras que la población vulnerable por ingresos fue de 1.47 por ciento.

Las principales carencias sociales de Mariscala de Juárez en 2020 fueron carencia por acceso a la seguridad social, carencia por acceso a los servicios básicos en la vivienda y rezago educativo.

Fue la necesidad que llevó a Mario a tocar el acordeón en las calles. El año pasado su madre enfermó de cáncer de pulmón, probablemente por el largo tiempo frente al fogón de la cocina. “Nosotros somos dos hermanos, con el dinero que juntábamos pagábamos las quimioterapias, desafortunadamente no pudimos salvarla”.

Con desconocimiento del contexto en el que Mario y su familia habitan, hay personas que los insultan, los mal miran y los discriminan, es decir violentan sus derechos humanos, eso los pone tristes.

“La vida en el campo es difícil, pero aquí en la calle también. Algunos nos insultan. Nos insultan porque no conocen la vida de los pobres. Pónganse a trabajar, nos dicen. Yo siento feo, pero hay que salir adelante como sea”, expresa mientras va hilvanando “Te vas ángel mío”, la canción que más le gusta tocar.

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