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Inspira Lorca vida musical

Foto(s): Cortesía
Agencia Reforma

CIUDAD DE MÉXICO.- Silvia Pérez Cruz, cantante y compositora, emprendió con Lorca y su Pequeño vals vienés, rico en imágenes y emociones, el viaje más brutal con sus palabras: "En Viena hay 10 muchachas,/ un hombro donde solloza la muerte / y un bosque de palomas disecadas".


"A nivel de imagen y estructura, Lorca me abrió caminos", dice la cantante catalana que ha abrevado tanto del flamenco como del jazz.


Nota la huella de Lorca en su canción No hay tanto pan, parte de la banda sonora que escribió para Cerca de tu casa, una película sobre el drama de los desahucios en España, en medio de la crisis.


Sin ser actriz ni jamás haber escrito una banda sonora, la catalana se lanzó al cine de la mano del director Eduard Cortés, quien le propuso hacer un "drama musical", lejos de la estética del musical. "Me planteé que la música debía subrayar las emociones de los personajes".


Quiso ponerse en la piel de quienes sufren. Entrevistó a sus amigos y se hizo eco de las protestas callejeras donde se coreaba: "No hay tanto pan para tanto chorizo (ladrón)".


scribió la canción No hay tanto pan, su primera canción crítica, una "imagen muy lorquiana". Es su personal homenaje a quienes han sufrido esta desgracia. Quiere dejar constancia frente a la desmemoria.


Vuelve a México con el trío del contrabajista Javier Colina en un proyecto en el que llevan embarcados desde hace cinco años, En la imaginación, con clásicos de la música cubana en clave de jazz.


"Son canciones que hablan de desamor pero con dignidad, cuando las canto me imagino que tengo 50 años y que me río de mis desamores", dice vía telefónica desde España.


En el escenario, Pérez Cruz (Palafrugell, 1983) es todo "estómago y corazón". En su casa, cantar era una manera de comunicarse. Se recuerda a los 12 años, en la playa, cantando con su padre.


"Recuerdo la primera sensación de volar, de olvidarte, de no ser nadie y serlo todo".


Un viaje en el que ha acariciado la sensación de libertad asociada al jazz y la riqueza de armonías, para después saltar al flamenco. Y todo, antes de los 20 años.


"Con el flamenco conecté con las palabras y, sobre todo, comencé a cantar con el estómago: más visceral, con más fuerza, también muy rico a nivel rítmico. Es ahí donde aprendí que el humor también existía en la música".


¿Hay algo que le agradezca a su voz?


Me ayuda a purgarme y a limpiarme. Cuando alguna vez he estado mal de la voz y no he podido cantar, me he dado cuenta de lo mucho que me ayuda, lo feliz que me hace y me recuerda lo que soy.

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