Israel García Reyes
Luego de atravesar dos años de pandemia por la llegada de COVID 19 en algunos lugares del país comienza a dejarse la exigencia de portar cubrebocas; sin embargo, algunas personas podrían desarrollar el Síndrome de la cara vacía pues ya estaban acostumbradas a su uso desarrollando cuadros de ansiedad social.
Psicólogos y pedagogos explican que este síndrome aparece generalmente en adolescentes a quienes les cuesta trabajo mantener la mitad de la cara descubierta debido a que el cubrebocas les ayudaba a estar más cómodos disminuyendo el temor a ser rechazados o no ser aceptados por determinado grupo.
En este sentido, el cubrebocas auxilió a los adolescentes a ocultar características que les acomplejaban, como acné, vellos en la cara y frenos en los dientes.
A su vez, el cubrebocas ayudaba a ocultar el aspecto emocional o psicológico, ya que muchos jóvenes crean su identidad, reconocen su interior y terminan aceptándolo; sin embargo, el cubrebocas servía como protección para los más introvertidos, tímidos e inseguros.
Expertos recomiendan dar normalidad a la situación y que el cambio para abandonar el barbijo se haga sin forzar y respetando los plazos de cada persona.
Por ello, los expertos recomiendan que la persona haga una lista con las situaciones en las que pueda sentirse insegura sin llevar el cubrebocas puesto. También se recomienda ordenar las cosas de la forma más sencilla a la más difícil para enfrentarlas y ganar seguridad, y finalmente, mejorar la comunicación con otras personas al ver sus gestos.
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